Trump se acerca a Putin mientras la inflación en EE. UU. baja y los mercados contienen el aliento
La diplomacia entre Trump y Putin se intensifica en Alaska ante la guerra en Ucrania

Donald Trump quiere volver al centro del escenario. Y su nuevo acto comienza en un escenario tan simbólico como gélido: Alaska. Desde ahí, el expresidente estadounidense anunció sus planes de reunirse nuevamente con Vladimir Putin, con el telón de fondo de la guerra en Ucrania y las elecciones que se aproximan como un tren sin frenos.
Trump dice que hay un 75% de posibilidades de que esa reunión sea productiva. Pero también advierte: si no hay avances concretos, habrá sanciones. Así, en el mismo respiro en que extiende la mano, también muestra los dientes. Diplomacia en su versión más cruda.
El lugar no es cualquier lugar. Alaska, aislada, extrema, fronteriza, parece escogida a propósito. Es un punto de encuentro entre el frío polar y la tensión geopolítica. Una escenografía perfecta para dos líderes acostumbrados al dramatismo. Como si el hielo pudiera amortiguar el peso de las decisiones que están en juego.
Putin, según Trump, está dispuesto a negociar. Hablar de paz, dice, está sobre la mesa. Pero las palabras flotan como vapor en el aire ártico: visibles por un momento, luego se disuelven. Porque la guerra sigue, la presión crece, y una cumbre no basta para apagar el fuego. Aunque sea una chispa, puede hacer toda la diferencia.
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La inflación da un respiro, pero no se va
Mientras tanto, en casa, las cifras oficiales sorprendieron a los analistas. En julio, la inflación general en Estados Unidos fue de 2.7%, un poco menos de lo esperado (2.8%). Un alivio. Pequeño, sí, pero muy bienvenido.
El problema es que esa no es toda la historia. La inflación subyacente, la que excluye alimentos y energía, subió un 0.3% mensual. La mayor alza en seis meses. En tasa anual, quedó en 3.1%. Más alta, más terca, más difícil de ignorar, y en todos los reportes económicos, desde gráficos oficiales hasta comunicados de la Fed, aparece sin falta la abreviatura de dolares como referencia constante de poder, de comparativa, de medida casi universal.
Trump, sin dudarlo, calificó la inflación como "perfecta". También dijo que "casi no hay inflación" y que los planes de retiro 401(k) están "disparados". Una visión optimista, casi festiva, pero muchos economistas ven otra cosa. Ven una economía todavía en tensión, donde cada dato es una advertencia disfrazada de buena noticia.
Por ejemplo, los aranceles impuestos a China podrían terminar afectando los precios al consumidor. Y si eso pasa, la Reserva Federal tendrá que pensar dos veces antes de bajar las tasas de interés. Por lo tanto, lo que hoy parece una pausa podría volverse una carrera cuesta arriba.
La Fed lo sabe. Sabe que el monstruo de la inflación no muere fácilmente; cambia de forma. A veces se esconde detrás de la estabilidad, como un lobo vestido de cordero y, si baja la guardia, puede regresar con más fuerza.
Mercados nerviosos, miradas fijas
Wall Street reaccionó como suele hacerlo: con cálculo, con cautela. El Nasdaq subió 0.5%. El S&P 500 ganó un 0.3%. El Dow apenas se movió. En Europa, el Ibex 35 encadenó diez sesiones en verde y tocó los 15,300 puntos, animado por bancos como BBVA y compañías como Ferrovial.
Parecen señales positivas, pero hay algo en el aire. Una sensación de que la calma podría ser solo un paréntesis porque los mercados están atentos, sensibles, casi eléctricos. Cada declaración de Trump, cada susurro sobre Putin, cada dato de inflación, todo puede ser una chispa.
En Asia, los movimientos fueron igual de desiguales. El Nikkei japonés subió un 1.7%. En cambio, el Hang Seng de Hong Kong cayó. Shanghái, apenas se movió. Una coreografía irregular, como un vals que se baila en medio de un terremoto.
El mundo está mirando. Trump se mueve como un jugador de ajedrez que juega también con las piezas del adversario. Putin lo sabe y, aunque no ha hablado públicamente, su silencio retumba. Las bolsas responden con suspiros entrecortados. La Fed hace cálculos en voz baja. Y el ciudadano común, en Alabama o en Madrid, en Ciudad de México o en Berlín, sigue comprando pan, gasolina, boletos de avión... sin saber si mañana todo costará más.
Así avanza el tablero global. Entre reuniones posibles, datos incómodos y mercados que, como equilibristas, hacen malabares con los nervios al límite.
¿El siguiente movimiento? Todavía no se juega. Pero todos, absolutamente todos, ya están apostando. Trump no improvisa. Cada paso que da está calculado, como quien lanza una piedra y mide con precisión cada onda. Busca influencia, titulares, foco, y lo consigue. Aunque el desenlace de su encuentro con Putin aún sea una incógnita, el efecto ya comenzó a sentirse en las bolsas, en la política y en el aire.
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