La Ley General de Economía Circular en México
La Ley General de Economía Circular en México recientemente aprobada por el Pleno de la Cámara de Diputados y cuyo dictamen fue autorizado en el Senado de la República, tiene como objetivo transformar el actual modelo económico lineal de extraer-fabricar-usar-deshacer en un modelo basado en la circularidad, en donde se prioriza la reducción, la reutilización, la reparación y el reciclaje de recursos a lo largo de todo el ciclo de vida de productos y materiales.
Según datos de Greenpeace, México genera alrededor de 127,000 toneladas de basura y residuos sólidos urbanos diariamente, lo que equivale a 1.16 kg. por persona al día. Además, la tasa general de reciclaje de los residuos generados es aún baja en nuestro país, alcanzando apenas un rango de 7%-9.6%, lo que significa que la gran mayoría de los residuos termina en rellenos sanitarios, tiraderos o se maneja de forma inadecuada, incrementando la contaminación de suelos, agua y emisiones de gases efecto invernadero. México es uno de los mayores generadores de residuos electrónicos en América, con cifras que se estiman alrededor de 1.3 a 1.5 millones de toneladas anuales, llegando a reciclarse solamente el 4%.
Ante este contexto, la Ley General de Economía Circular, que además reforma y adiciona diversas disposiciones a la Ley General de Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente y a la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de Residuos, plantea que le corresponderá al Ejecutivo Federal expedir instrumentos económicos para impulsar la economía circular, mientras que los Estados y Municipios deberán promover la participación e involucramiento de los distintos sectores en la generación materiales, para transitar a este modelo de economía circular, así como realizar campañas masivas de comunicación para fortalecer la conciencia ambiental y la adopción de hábitos de consumo responsables.
Entre los instrumentos y herramientas que contempla la Ley General de Economía Circular, se encuentran el Programa Nacional de Economía Circular, en donde se establecerán las metas, acciones e indicadores; la Plataforma Nacional de Información, para el registro y difusión de datos sobre avances, gestión circular de productos y cumplimiento de metas; Registro de Economía Circular, en donde se observarán las gestiones circulares de productos; y el Distintivo Nacional de Economía Circular, una certificación que se emitirá para productos o servicios que cumplan con criterios de circularidad.
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Esta Ley establece responsabilidades compartidas entre productores, distribuidores, autoridades y consumidores para fomentar el consumo responsable y separación de residuos, la promoción de la educación, cultura y difusión de la economía circular y la incorporación de la educación ambiental en los planes educativos. También contempla el reciclaje inclusivo, al reconocer y visibilizar la aportación social, económica y ambiental de la actividad de las personas recicladoras de base o pepenadoras, incluyendo a dichas personas en el modelo de economía circular.
La Ley General de Economía Circular genera retos y oportunidades para el sector empresarial. Por un lado, nuevas obligaciones y responsabilidades a lo largo del ciclo de vida del producto, particularmente, para fabricantes, importadores y grandes comercializadores; impacto en costos y estructura financiera, al incrementarse la inversión en rediseño de productos, nuevos procesos productivos o infraestructura de recolección, reciclaje o logística; adopción de mecanismos de gobierno corporativo y adaptabilidad de la estrategia empresarial, al incorporar a la circularidad en la planeación estratégica, en la gestión de riesgos y en la estrategia de sostenibilidad.
Por otro lado, favorece la competitividad empresarial, al acceder al Distintivo Nacional de Economía Circular, mejorar su posición en compras públicas y cadenas de suministro internacionales, o diferenciarse a través de la adopción de indicadores ESG y estrategias sostenibles; reconfiguración del mercado a través del uso de materiales reciclados como insumo principal, promoción de la reparación, el reacondicionamiento y la remanufactura o la simbiosis industrial. Algunos sectores saldrán beneficiados, tales como el de reciclaje y valorización de residuos, logística inversa, tecnologías limpias, consultoría ambiental, legal y ESG y el de innovación de materiales.
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