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7 enfermedades que están relacionadas con la apnea del sueño

La apnea del sueño se asocia con enfermedades graves. Un diagnóstico temprano es clave para hallar el mejor tratamiento y mejorar la salud y calidad de vida.

Por Redacción

Febrero 27, 2025 02:16 p.m.

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Dormir bien es esencial para la salud, pero quienes padecen apnea del sueño sufren interrupciones constantes en la oxigenación. Esto impide un descanso reparador, afecta su bienestar y, con el tiempo, puede contribuir al desarrollo de enfermedades crónicas y a una menor calidad de vida.

El uso de un dispositivo CPAP para apnea del sueño puede ser la clave para evitar complicaciones y mejorar el descanso nocturno. 

Si aún no conoces los riesgos de no tratar esta afección, algunas de las enfermedades relacionadas con la apnea del sueño son:

1.   Hipertensión Arterial

La apnea obstructiva del sueño está estrechamente vinculada con la hipertensión arterial

Durante los episodios de apnea, la disminución de los niveles de oxígeno en la sangre provoca una activación del sistema nervioso simpático, lo que conduce a un aumento de la presión arterial.

Esta activación constante puede causar hipertensión sostenida, incluso durante las horas de vigilia. 

Además, la apnea del sueño evita la reducción natural de la presión arterial que ocurre durante la noche, un proceso conocido como "dipping nocturno". Esta alteración se relaciona con un mayor riesgo de problemas cardiovasculares.

 

2.    Enfermedades Cardiovasculares

La apnea del sueño incrementa el riesgo de desarrollar diversas enfermedades cardiovasculares, incluyendo insuficiencia cardíaca, arritmias y enfermedad coronaria. 

Las fluctuaciones en los niveles de oxígeno y las alteraciones en la presión intratorácica durante los episodios de apnea pueden provocar cambios estructurales y funcionales en el corazón. Por ejemplo, la apnea del sueño se ha asociado con un mayor riesgo de fibrilación auricular y otros trastornos del ritmo cardíaco.

Además, la apnea del sueño no tratada puede contribuir al desarrollo de aterosclerosis, que es el endurecimiento y estrechamiento de las arterias, aumentando el riesgo de infarto de miocardio y accidente cerebrovascular.

El tratamiento adecuado de la apnea del sueño puede mejorar la función cardiovascular y reducir la incidencia de eventos cardíacos adversos.

3.   Diabetes Tipo 2

Existe una relación bidireccional entre la apnea del sueño y la diabetes tipo 2. La apnea del sueño puede contribuir al desarrollo de resistencia a la insulina debido al estrés oxidativo y la inflamación sistémica causados por las fluctuaciones repetidas del oxígeno en sangre. Esta resistencia a la insulina es un factor clave en la patogénesis de la diabetes tipo 2.

Por otro lado, la diabetes tipo 2 puede predisponer a la aparición de apnea del sueño debido a la neuropatía autonómica y la obesidad, que son comunes en pacientes diabéticos. 

El manejo efectivo de la apnea del sueño puede mejorar el control glucémico en pacientes con diabetes tipo 2, reduciendo así el riesgo de complicaciones asociadas.

 

4.   Accidente Cerebrovascular (ACV)

La apnea del sueño es un factor de riesgo independiente para el accidente cerebrovascular. Las interrupciones repetidas de la respiración y la consiguiente hipoxia intermitente pueden provocar disfunción endotelial y promover la formación de coágulos, aumentando el riesgo de ACV.

Además, después de un ACV, la prevalencia de apnea del sueño es alta, y su presencia puede influir negativamente en la recuperación neurológica y funcional del paciente. 

5.    Obesidad

La obesidad es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de apnea del sueño. El exceso de tejido adiposo en la región del cuello y la faringe puede estrechar las vías respiratorias superiores, facilitando su colapso durante el sueño

Además, la obesidad central contribuye a una mayor presión sobre el diafragma y la caja torácica, exacerbando los problemas respiratorios durante el sueño.

Por otro lado, la apnea del sueño puede dificultar la pérdida de peso debido a la alteración de las hormonas que regulan el apetito y el metabolismo, creando un ciclo vicioso entre la obesidad y la apnea del sueño

 

6.   Depresión

La apnea del sueño se ha asociado con un mayor riesgo de desarrollar trastornos del estado de ánimo, incluyendo la depresión

Uno de los principales mecanismos que explican esta relación es la fragmentación del sueño. Las interrupciones constantes durante la noche impiden que el cerebro pase por las fases profundas y reparadoras del descanso, lo que afecta la regulación emocional y el equilibrio de los neurotransmisores.

Además, la hipoxia intermitente (descensos repetidos en los niveles de oxígeno en la sangre debido a las pausas respiratorias) puede generar estrés oxidativo e inflamación en el sistema nervioso central. 

Estos procesos alteran la producción y función de neurotransmisores clave, como la serotonina y la dopamina, que juegan un papel esencial en el estado de ánimo.

Como resultado, las personas con apnea del sueño no solo pueden experimentar fatiga y dificultades cognitivas, sino también síntomas depresivos como tristeza persistente, irritabilidad, falta de motivación y anhedonia (incapacidad para disfrutar de actividades placenteras).

A largo plazo, si la apnea del sueño no se trata, el riesgo de desarrollar depresión clínica puede aumentar de manera importante.

7.   Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC)

La coexistencia de apnea del sueño y EPOC, conocida como "síndrome de superposición", agrava las complicaciones respiratorias en los pacientes. Ambas condiciones comparten factores de riesgo como el tabaquismo y la inflamación crónica de las vías respiratorias. 

La presencia simultánea de estas enfermedades puede intensificar la hipoxemia nocturna, aumentando el riesgo de hipertensión pulmonar y fallo respiratorio. Por lo tanto, el manejo del síndrome de superposición requiere un enfoque integral que aborde ambas patologías. 

¿Cómo se diagnostica y trata la apnea del sueño?

El diagnóstico de la apnea del sueño comienza con una evaluación clínica en la que el médico analiza los síntomas del paciente, como ronquidos fuertes, pausas en la respiración y somnolencia diurna. 

Sin embargo, para confirmar este trastorno, se requiere una prueba especializada llamada polisomnografía, un estudio del sueño que mide la actividad cerebral, los niveles de oxígeno en sangre, la frecuencia cardíaca y los movimientos respiratorios durante la noche. También existe la opción de estudios del sueño domiciliarios, menos invasivos pero efectivos para detectar casos moderados o severos.

Una vez confirmado el diagnóstico, el tratamiento varía según la gravedad del trastorno. En casos leves, pueden recomendarse cambios en el estilo de vida, como perder peso, evitar el alcohol y mejorar la higiene del sueño

No obstante, en casos más graves, el tratamiento más efectivo es el uso de una máquina CPAP para apnea del sueño, cuyo precio puede verse como una inversión en el bienestar y la salud. Este dispositivo suministra aire a presión de forma constante, evitando la obstrucción de las vías respiratorias y mejorando la calidad del sueño.

Además, existen otras opciones, como los dispositivos orales, que ayudan a reposicionar la mandíbula y facilitar la respiración. En algunos casos específicos, se recomienda la cirugía para corregir obstrucciones anatómicas. 

La elección del tratamiento más adecuado debe hacerse con supervisión médica, considerando las necesidades de cada paciente.

 

La apnea del sueño no es solo un problema de descanso, es un trastorno con serias implicaciones para la salud. Su relación con enfermedades como hipertensión, diabetes tipo 2 y trastornos cardiovasculares demuestra la importancia de un diagnóstico y tratamiento oportunos. 

Ignorar sus síntomas puede causar complicaciones graves que afectan la calidad de vida y el bienestar general.

Afortunadamente, existen opciones efectivas para controlarla. La máquina CPAP para apnea del sueño es el tratamiento más recomendado para evitar interrupciones respiratorias y mejorar el descanso nocturno. 

Además, cambios en el estilo de vida y otros tratamientos pueden ayudar a reducir sus efectos. No obstante, es importante consultar a un especialista para encontrar la mejor solución y evitar riesgos innecesarios.