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¿Quién tiene más riesgo de sufrir apnea?

Una mirada a los factores que aumentan el riesgo de apnea del sueño, cómo se diagnostica y cuál es el tratamiento más efectivo.

Por Redacción

Junio 17, 2025 02:12 p.m.

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¿Quién tiene más riesgo de sufrir apnea?

La apnea del sueño es un trastorno respiratorio común que afecta seriamente la calidad del descanso y, por lo tanto, la salud general.

En México, el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) estima que uno de cada cuatro adultos podría padecer apnea del sueño sin saberlo, lo que demuestra la magnitud del problema a nivel nacional.

En muchos casos, el tratamiento incluye el uso de equipos CPAP, que ayudan a mantener abiertas las vías respiratorias durante la noche. Estos dispositivos se pueden adquirir fácilmente en sitios especializados como Remify.

Entre las personas con mayor probabilidad de desarrollar apnea del sueño se encuentran:

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1.   Obesidad y distribución del tejido adiposo

Las personas con obesidad tienen un riesgo mucho mayor de desarrollar apnea del sueño, especialmente apnea obstructiva, que es la más común. Esta ocurre cuando las vías respiratorias se bloquean repetidamente durante la noche, impidiendo que el aire llegue a los pulmones.

Una de las principales razones es la acumulación de grasa en el cuello y la parte superior del cuerpo. Este exceso de grasa presiona los músculos y tejidos que rodean la garganta, lo que reduce el espacio por donde debe pasar el aire.

Al dormir, los músculos de esa zona se relajan de manera natural, y si ya hay presión por la grasa acumulada, es más fácil que la vía se cierre y se interrumpa la respiración.

También influye la grasa que se acumula en el abdomen. Esta presiona el diafragma, el músculo que usamos para respirar, y le impide moverse con normalidad. Como consecuencia, los pulmones no se expanden bien, entra menos aire y el cuerpo recibe menos oxígeno.

Todo esto hace que quienes tienen obesidad tengan más episodios de apnea más intensos. Incluso un aumento leve de peso puede elevar el riesgo, sobre todo si la grasa se concentra en la parte superior del cuerpo.

 

2.   Tabaquismo crónico

Fumar de forma habitual puede afectar la respiración, especialmente durante el sueño. El humo del tabaco irrita constantemente los tejidos de las vías respiratorias, como la nariz, la garganta y la laringe.

Esta irritación continua provoca una inflamación crónica que, con el tiempo, reduce el espacio por donde pasa el aire, haciendo que las vías respiratorias se vuelvan más estrechas.

Durante el sueño, los músculos que mantienen abierta esa zona tienden a relajarse, sobre todo en las fases más profundas del descanso. Si las vías ya están inflamadas o estrechas por el efecto del tabaco, es más fácil que se colapsen y bloqueen el paso del aire, favoreciendo las pausas en la respiración típicas de la apnea del sueño.

Además, el tabaquismo crónico deteriora la calidad del sueño de otras formas. Puede provocar pequeños despertares frecuentes (microdespertares) durante la noche, reducir los niveles de oxígeno en sangre y alterar el ritmo natural del descanso, impidiendo que la persona alcance fases profundas y reparadoras.

Aunque muchas veces se relaciona el cigarro solo con enfermedades del corazón o los pulmones, su efecto en la aparición o empeoramiento de la apnea del sueño es menos conocido.

 

3.   Edad y género

El riesgo de padecer apnea del sueño aumenta con la edad, principalmente por una pérdida gradual del tono muscular en las vías respiratorias.

A medida que envejecemos, los músculos que mantienen abierta la faringe durante el sueño se debilitan, lo que facilita su colapso parcial o total mientras dormimos. Este fenómeno, conocido como colapso faríngeo, se vuelve más común a partir de los 40 años, incluso en personas sin otros factores de riesgo.

Este envejecimiento natural de los tejidos blandos hace que las interrupciones respiratorias sean más frecuentes y prolongadas en adultos mayores, lo que afecta la calidad del sueño y la oxigenación del organismo.

El género también desempeña un papel importante. Los hombres tienen un riesgo mayor de desarrollar apnea del sueño que las mujeres en edad fértil. Esto se debe, en parte, a diferencias anatómicas en la estructura de la vía aérea y a una mayor acumulación de grasa en la zona visceral, que contribuye al colapso respiratorio.

No obstante, después de la menopausia, el panorama cambia. En las mujeres, la caída de hormonas como los estrógenos y la progesterona que ayudan a mantener el tono muscular de las vías respiratorias hace que el riesgo se iguale o incluso supere al de los hombres.

Esta relación entre la edad, el sexo y el riesgo de apnea ha sido documentada por instituciones como el National Heart, Lung, and Blood Institute, que señala cómo los cambios hormonales y el envejecimiento alteran la estructura de las vías respiratorias y su capacidad para mantenerse abiertas durante el sueño.

4.   Alcohol y sedantes

El consumo habitual de alcohol y ciertos medicamentos con efecto sedante puede empeorar o incluso desencadenar apnea del sueño, especialmente en personas con predisposición.

Estas sustancias actúan relajando el sistema nervioso central, lo que incluye también a los músculos encargados de mantener abiertas las vías respiratorias durante la noche. Cuando esos músculos se debilitan más de lo normal, las vías se vuelven propensas al colapso parcial o total mientras dormimos, dificultando la entrada de aire a los pulmones.

Entre los medicamentos que pueden tener este efecto se encuentran:

*      Benzodiacepinas (como el diazepam o el alprazolam), recetadas comúnmente para la ansiedad o el insomnio.

*      Hipnóticos no benzodiacepínicos (como el zolpidem), usados para inducir el sueño.

*      Opioides (como la oxicodona o el tramadol), empleados para el manejo del dolor moderado a severo.

Aunque estos fármacos pueden ayudar a conciliar el sueño más rápido o controlar ciertos síntomas, también reducen la profundidad y calidad del descanso.

En particular, alteran la capacidad del cerebro para reaccionar ante una caída del nivel de oxígeno (hipoxia), lo que disminuye la respuesta de "despertar reflejo" necesaria para recuperar la respiración normal.

Como resultado, los episodios de apnea pueden durar más tiempo sin ser interrumpidos, aumentando el riesgo de desaturación y sus consecuencias en el corazón, el cerebro y otros órganos.

 

5.   Otras enfermedades asociadas a la apnea del sueño

La apnea del sueño también se relaciona con una amplia variedad de enfermedades crónicas que pueden agravarse si no se detecta ni se trata a tiempo. Algunas de las más importantes:

  • Hipertensión arterial

    La apnea del sueño está estrechamente relacionada con la presión alta. Durante los episodios de apnea, el cuerpo reacciona con microdespertares y liberación de adrenalina, lo que provoca aumentos bruscos en la presión arterial.

  • Con el tiempo, estos picos repetidos alteran la regulación normal de la presión, haciendo que se mantenga elevada incluso durante el día.
  • Enfermedad cardiovascular

    Las personas con apnea tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas como arritmias, insuficiencia cardíaca, enfermedad coronaria e incluso infartos. La falta de oxígeno repetida afecta directamente al corazón, obligándolo a trabajar más y bajo condiciones de estrés constante. La apnea no tratada puede duplicar el riesgo de eventos cardiovasculares mayores.

  • Diabetes tipo 2

    La apnea del sueño también influye en el metabolismo de la glucosa. La privación crónica del sueño altera la sensibilidad a la insulina y favorece la resistencia a esta hormona, lo que puede desencadenar o empeorar la diabetes tipo 2.

  •  Accidente cerebrovascular (ACV)

    La desoxigenación repetida y los cambios súbitos en la presión arterial pueden dañar los vasos sanguíneos cerebrales, incrementando la probabilidad de sufrir un accidente cerebrovascular. La apnea del sueño no tratada se considera un factor de riesgo independiente para los ACV.

  • Depresión y deterioro cognitivo

    Las alteraciones del sueño profundo y la fragmentación constante del descanso afectan directamente el estado de ánimo, la memoria y la concentración. Muchas personas con apnea reportan síntomas de ansiedad, irritabilidad o depresión, e incluso presentan un mayor riesgo de deterioro cognitivo a largo plazo.

  • ¿Cómo se diagnostica la apnea del sueño?

    Aunque el primer paso suele ser una revisión médica de los síntomas y antecedentes del paciente, el diagnóstico de la apnea del sueño no puede basarse únicamente en eso.

    Muchas personas no se dan cuenta de que dejan de respirar mientras duermen, por lo que es necesario realizar un estudio especializado para confirmarlo. Una evaluación completa generalmente incluye tres etapas:

    1.   Evaluación médica inicial

    Todo comienza con una consulta en la que el médico general o un especialista en trastornos del sueño pregunta sobre síntomas comunes como ronquidos intensos, somnolencia durante el día, cansancio constante, dolores de cabeza al despertar o pausas respiratorias notadas por la pareja o familia.

    2.   Cuestionarios clínicos

    Para tener una idea más clara del riesgo, se aplican herramientas validadas como la Escala de Somnolencia de Epworth, que mide el nivel de sueño durante el día, o el cuestionario STOP-BANG, que analiza factores como edad, presión arterial, índice de masa corporal (IMC), entre otros. Estas pruebas ayudan a identificar a los pacientes que necesitan estudios más profundos.

    3.   Estudio del sueño (polisomnografía)

    La polisomnografía es el estudio más completo y confiable para diagnosticar apnea del sueño. Se realiza durante una noche en un laboratorio especializado, donde se monitoriza el ritmo respiratorio, la actividad cerebral, los movimientos oculares, la frecuencia cardíaca, los niveles de oxígeno, los ronquidos y las fases del sueño.

    Es un procedimiento indoloro y proporciona una visión detallada del comportamiento del cuerpo mientras se duerme.

     

    ¿Cuál es el tratamiento más efectivo para la apnea del sueño?

    El tratamiento depende de la gravedad del trastorno, del tipo de apnea y de las características de cada persona. Sin embargo, el más efectivo y utilizado para la apnea obstructiva del sueño moderada a severa es el siguiente:

    Uso de CPAP (presión positiva continua en las vías respiratorias)

    Es el tratamiento de referencia. Consiste en una máquina que impulsa aire a presión constante a través de una mascarilla nasal o facial, evitando que las vías respiratorias se colapsen durante el sueño. No es un respirador, sino un dispositivo que mantiene el paso de aire abierto de forma continua.

    ?      Mejora la calidad del sueño desde la primera noche.

    ?      Reduce los ronquidos y elimina los episodios de apnea.

    ?      Mejora la oxigenación y disminuye el riesgo cardiovascular.

    ?      Disminuye la somnolencia diurna y mejora la concentración.

    Gracias a su efectividad y a los beneficios que ofrece para mejorar el descanso diario, muchas personas consideran el precio de CPAP en una inversión en su salud y bienestar y no un gasto.

    Otros tratamientos complementarios

    ?      Pérdida de peso: especialmente eficaz en personas con obesidad.

    ?      Evitar alcohol, tabaco y sedantes: para reducir el colapso de las vías.

    ?      Dispositivos orales: férulas mandibulares que adelantan la mandíbula durante el sueño (para casos leves a moderados).

    ?      Cirugía: en ciertos casos con alteraciones anatómicas severas (amígdalas grandes, tabique desviado, etc.).

    Reconocer los factores que aumentan el riesgo de apnea del sueño permite actuar con tiempo y evitar que este trastorno afecte de forma silenciosa la salud física, mental y emocional.

    Si el descanso no es reparador, si hay somnolencia durante el día, los ronquidos son muy intensos y hay despertares bruscos, lo más responsable es acudir al médico. Un diagnóstico oportuno puede cambiar radicalmente la calidad de vida y prevenir complicaciones graves.

    La buena noticia es que existen tratamientos eficaces que permiten recuperar el descanso profundo. El uso del CPAP es uno de los más efectivos, y su implementación adecuada puede marcar un antes y un después para quienes viven con apnea.

    Dormir bien no debería ser un lujo, y tratar la apnea es el primer paso para que el descanso vuelva a ser una fuente real de bienestar.