CUANDO LOS RECUERDOS JUNTAN: LA COMUNIDAD QUE SE TEJE EN LA ADULTEZ MAYOR
El programa cultural “Motivos”, se ha transformado en una comunidad sólida donde el centro son las personas y sus vínculos
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En un rincón habitual de San Luis Potosí, cada mes se reúnen decenas de personas adultas mayores para compartir historias, actividades y momentos que les permiten mantenerse activas y acompañadas en esta etapa de su vida.
Lo que comenzó como un programa cultural del Instituto Potosino de Bellas Artes (IPBA), “Motivos” se ha transformado en una comunidad sólida donde el centro son las personas y sus vínculos. A lo largo de tres años, el proyecto, coordinado por Gabriela Olvera y Laura Espinosa, ha reunido a un grupo que, más allá de asistir a actividades culturales, ha construido el acompañamiento mutuo.
Desde temprano, las y los participantes llegan puntualmente, muchos de ellos con recipientes de comida para compartir después de las actividades.
ESPACIOS DE ESCUCHA Y CERCANÍA
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Mientras esperan el inicio de las sesiones, conversan sobre sus vivencias: historias de juventud, anécdotas familiares, la preparación de cada mañana para acudir al programa. Estos relatos atraen la atención de sus compañeras y compañeros, generando espacios de escucha y cercanía. “Nosotros hay que volver a ser niñas, hay que volver a ser niños, disfrutar sin prejuicios, sin juzgar”, expresó Gloria Valles una de las participantes durante el tercer aniversario celebrado el pasado 11 de junio.
Cada sesión aborda un tema distinto: los sonidos de la comunidad, los sabores de antaño, los recuerdos de la infancia. A partir de estas propuestas, quienes asisten participan en recorridos, dinámicas artísticas, y, sobre todo, en largas charlas donde la memoria personal se convierte en puente para conectar con otros. Estos encuentros permiten a los y las asistentes compartir experiencias y crear nuevas vivencias. “Venimos todas con mucho gusto, somos de diferentes grupos sociales, pero ya se hizo como una gran familia”, señaló Alicia Medina, una de las asistentes con tres años de participación.
UN ROL ACTIVO
Más allá de ser espectadores, las y los participantes asumen un rol activo. Declaman, leen textos propios, narran recuerdos y animan las reuniones. Desde el inicio, pequeños detalles como los gafetes con sus nombres facilitaron que se conocieran por su nombre, permitiendo un trato cercano. “Aquí es lo que hacemos todas, interactuamos unas con otras para darnos a conocer y hacer amistades”, agregó Medina.
Para varios, como el profesor Maximino, el programa ha sido una forma de reconectar con su pasado. “Me hizo recordar cuando yo estaba en la primaria y bailaba precisamente esos bailables. Esto nos permite volverlos a vivir”, comentó. Otros, como Marilene Hernández, han encontrado un espacio de renovación personal: “Nos ha renovado mucho. Yo nunca había estado integrada en algo así, pero ahora me he sentido súper bien”.
ACOMPAÑAMIENTO MUTUO
Además de las actividades regulares, el programa ha incorporado colaboraciones artísticas, como las presentaciones del taller coreográfico de Flamenco del IPBA. Las bailarinas compartieron su experiencia con el grupo, mostrando cómo el arte puede ser un canal de expresión emocional y bienestar. “El flamenco nos ayuda a sacar las alegrías, las tristezas, el dolor, porque a veces también hay dolor”, mencionó una de las integrantes del grupo de flamenco.
Con el paso de los meses, el grupo ha crecido, manteniendo siempre su esencia: el acompañamiento mutuo. “Es muy importante en esta etapa de la vida mantenernos en contacto social, porque si uno se aísla no es recomendable. Aquí es como una segunda casa, porque nos reciben con cariño”, concluyó Medina.
Cada reunión suma nuevas historias y refuerza una red de afectos que sigue creciendo. En este espacio, la adultez en plenitud se vive acompañada.
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