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El arte como desplazamiento, la propuesta de Gala Gutiérrez

Cascada 126 y Errantes del Desierto, obras de la dramaturga, se posicionan en una línea de investigación de interpretación que cuestiona los límites entre el cuerpo, el espacio y el tránsito

Por Estrella Govea PULSO

Abril 07, 2025 03:00 a.m.

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Galeria

Cascada 126 es la obra de Gala Gutiérrez y junto a Errantes del Desierto se posiciona en una línea de investigación escénica que cuestiona los límites entre el cuerpo, el espacio y el tránsito. Su propuesta, ligada a experiencias de desplazamiento y transformación, articula elementos visuales y performativos que dialogan con contextos sociales y políticos urgentes.

Esta es una obra documental autobiográfica que acontece en una casa donde la familia se multiplica, crece, se va, regresa, y sus vidas transitan peripecias surreales en las que vivos y fantasmas conviven indistintamente. Mediante una instalación escénica cimentada en objetos, ropas, fotos, videos y recuerdos impregnados de las memorias de sus dueños, se crea un ritual que invita a los muertos a habitar sus memorias y, con su permiso, contarlas en un espacio mágico sin tiempo: el teatro. Así, la obra se convierte en un mecanismo para despedir a sus integrantes y transmutar la historia familiar.

Para Gala, el cuerpo no es un ejecutante neutro, sino un espacio atravesado por tensiones, historias y contextos. Afirmó, en una entrevista para Pulso Diario de San Luis, que trabaja con cuerpos que ya están desplazados, que no están fijos. Desde ahí construye un dispositivo escénico que parte de preguntas más que de certezas, y que evita las narrativas cerradas.

LÓGICA EXPERIMENTAL

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Su metodología responde a una lógica experimental, en la que los materiales, el espacio y el cuerpo están en relación constante. Se interesa en que el espacio también migre, que no sea algo fijo ni determinado, que pueda modificarse en el proceso. Esta disposición implica que la obra nunca se repite de forma idéntica, sino que cada montaje activa una nueva posibilidad.

Aunque el tema de la migración atraviesa su trabajo, Gutiérrez evita representarla de forma directa. No habla de migración desde la literalidad ni desde lo evidente. Se interesa generar tensión. Si ya te expliqué todo desde el principio, el cuerpo no tiene trabajo. Así, los significados se construyen a partir de atmósferas, sensaciones e imágenes que se desdoblan.

La frontera no es solo un límite territorial, sino una noción expandida que atraviesa cuerpos, materiales y estructuras. Trabaja desde el borde, desde la tensión de lo que está por romperse. Ahí aparece lo escénico. Ese borde se manifiesta también en las decisiones visuales y físicas, que tensionan la escena y obligan al espectador a reconfigurar su posición.

LA MOVILIDAD DE LA ESCENOGRAFÍA

Uno de los elementos más distintivos en su obra es la movilidad de la escenografía. No se trata de decorado, sino de estructuras que se transforman durante la función. "Trabajo con cuerpos que están en movimiento, que ya fueron desplazados o están por desplazarse" afirmó. 

Esta lógica transforma el espacio en un dispositivo de acción. Las estructuras se estiran, se descomponen o se trasladan de lugar, generando un entorno escénico vivo. "No tiene sentido hablar de desplazamiento si todo está fijo "Me interesa que los dispositivos escénicos también estén en tránsito, que no sean 

un decorado".

Su relación con los intérpretes está basada en la escucha y en la construcción colectiva. No parte de una idea cerrada que se impone, sino de un proceso de intercambio. "No me interesa representar la migración literalmente, sino trabajar con sus efectos, con sus resonancias" agregó que "Los elementos escénicos como otro cuerpo más, que también se desplaza, que también migra"

PREOCUPACIÓN ÉTICA

Este enfoque también revela una preocupación ética por cómo se abordan los temas delicados, como la migración o el desarraigo. La artista evita usar el cuerpo del otro como material de representación. "No quiero contar historias que no me pertenecen. Me interesa lo que se genera en el cruce, en el roce"

La presentación de Cascada 126 en el Centro de Difusión Cultural "Raúl Gamboa" del Instituto Potosino de Bellas Artes fue un ejemplo claro de cómo su obra se adapta a los espacios que habita. Cada nuevo lugar implica ajustes, desplazamientos y resignificaciones del dispositivo escénico.

Durante su visita, también los Errantes del Desierto impartieron un taller en la Casa del Migrante, un gesto que no fue anexo al montaje, sino parte del mismo pensamiento. "Para mí, lo escénico no empieza cuando se abre el telón. Empieza desde el encuentro, desde el vínculo" Esta apertura a lo inesperado es parte central de su práctica, en la que lo escénico no se limita al teatro, sino que se expande hacia lo comunitario.

GENERAR EXPERIENCIAS 

La dramaturga propone una práctica escénica en tránsito, que se transforma con el contexto, con los cuerpos y con los materiales que la sostienen. Su trabajo no busca explicar, sino generar experiencias que afecten, incomoden o interroguen.

"Si ya sé de qué va la obra, el cuerpo pierde sentido. Me interesa no entender, sino sentir, dejarme afectar" Desde esa premisa, su investigación escénica se sitúa en el borde de lo visible, lo corporal y lo político.