DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO
¡Vivaan los libros! Festejados cada 23 de abril. Pero más allá de una fecha, quiero invitarte a pensar por qué celebramos a los libros y qué lugar ocupan en nuestras vidas.
Antes de que existieran los libros como los conocemos hoy, la palabra ya nos habitaba. Primero fue oral, fue canto, fue fuego compartido alrededor de una historia. Después, con el tiempo, esa palabra se convirtió en símbolo, en trazo, en signo grabado en piedra, en arcilla, en piel, en papiro… hasta llegar al papel. Los libros no nacieron de un invento industrial, sino del deseo de recordar, de conservar, de transmitir. Son herederos de las primeras bibliotecas de barro, de los escribas que copiaban textos con reverencia, del impulso humano por contar el mundo para no perderlo. Como dice Irene Vallejo, en “El infinito en un junco”: “Los libros son hijos de la memoria y del miedo al olvido.”
Cada vez que abrimos un libro, participamos de esa larga cadena de seres humanos que no se resignaron al silencio. Leer es entrar en ese linaje.
Esta fecha del 23 de abril no es casual. Fue elegida por la UNESCO en 1995 porque coincide con la muerte de tres gigantes de la literatura universal: Miguel de Cervantes, William Shakespeare y algunos más incluyen a el Inca Garcilaso de la Vega, que su verdadero nombre fue Gómez Suárez de Figueroa nacido en el territorio que hoy es Perú y que me parece importante incluir porque puede representar a la literatura hispana. Estos tres figurones fallecieron un 23 de abril de 1616, días más, días menos, pero es un símbolo poderoso: en un mismo día, la humanidad perdía a tres voces inmensas, pero ganaba la certeza de que la palabra escrita trasciende incluso la muerte.
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También se empieza a difundir en el mundo que este día se regale una rosa ¿Y se preguntarán por qué tengo una rosa?, pues, En lugares como Cataluña, este día se celebra de una forma muy especial. Esta tradición nace de la unión entre el homenaje a Cervantes y la festividad de Sant Jordi, patrón de la región. Según la leyenda, el caballero Jordi venció a un dragón, y de la sangre que brotó del monstruo nació una rosa. Así, podemos decir que, el libro representa el conocimiento y la palabra; la rosa, el amor y la belleza. Una fusión simbólica que nos recuerda que las historias también nos salvan.
Recuerden que los libros son mucho más que objetos con tinta y papel: son contenedores de palabras, y las palabras son las que nos otorgan existencia. Lo que no se nombra, no existe.
Lo que no se puede contar, no se puede recordar. La palabra nos da identidad, nos da seguridad, nos sostiene en medio del caos.
Las historias que viven en los libros no solo entretienen: nos construyen, nos conectan con otros, nos devuelven algo que creíamos perdido. Y si no existieran las palabras ni las historias, tampoco podría existir la vida como la entendemos. Porque lo humano es narrativo: vivimos contando y escuchando, y en ese intercambio nos reconocemos.
Por eso es vital que los libros habiten nuestras casas, que estén al alcance de todos, y, sobre todo, que los niños crezcan rodeados de historias ya que el campo que los resguarda y protege es la infinita imaginación, ya que, quien tiene palabras, tiene mundo. Y quien tiene libros, tiene alas.
Hoy, en este Día Internacional del Libro, te invito a hacer un regalo: regala una historia, regala una rosa, regala una palabra.
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