Lo que aún puede decirse
Entre tantas palabras, encontrar una que quede puede ser todavía un acto de encuentro.
Decir algo breve y que, sin embargo, quede. Escribirlo no para demostrar, sino para entender. A veces parece que una frase, bien dicha, tiene el peso exacto de una verdad compartida —no definitiva, no cerrada—, sino una que se queda haciendo eco, suave y constante.
Hay momentos en que usar las palabras se siente como caminar sobre una cuerda fina: se busca equilibrio entre lo que se piensa, lo que se siente y lo que el otro puede recibir. No siempre se logra. A veces se dice demasiado, otras veces nada. Pero en el intento ocurre algo: una pequeña forma de acercamiento.
Pienso en cómo antes las palabras parecían tener otro peso. No por nostalgia, sino por contraste. Se decían menos cosas, o tal vez se repetían menos. No lo sé. Pero había cierta pausa. Hoy es distinto: todo se dice al instante, se comparte, se comenta. Y no es necesariamente malo, solo que cambia algo. A veces se vuelve más difícil distinguir lo que tiene fondo de lo que solo pasa.
¡Sigue nuestro canal de WhatsApp para más noticias! Únete aquí
Y sin embargo, aquí seguimos. Hablando, escribiendo, leyendo. Buscando sentido, incluso en medio del ruido. Tal vez por eso vale la pena seguir intentando. No para tener razón, ni para decir más, sino para encontrar formas de estar en el mundo con otros. Aunque sea con pocas palabras. Aunque sean imperfectas.
Hoy tengo la necesidad de ser breve.