logo pulso
PSL Logo

Poder, tentación y otras viejas costumbres

Por Marta Ocaña

Agosto 20, 2025 03:00 a.m.

A

Envueltos en un fenómeno sociopolítico donde lo lejano se vuelve inmediato, los acontecimientos del mundo —antes confinados a territorios ajenos o escenarios suburbanos— hoy nos alcanzan con una velocidad y crudeza inéditas. Estamos inmersos en una marea constante de información: más inmediata, sí, pero también más dudosa, más violenta y, muchas veces, más insensible.

Los horrores que el ser humano inflige a su semejante han sido una constante. Desde clanes enfrentados por orgullo, hasta tribus disputando tierras; pasando por feudos que saqueaban o comarcas que exigían tributos. De ese caos surgieron formas más sofisticadas de dominio: los gobiernos, sus partidos, sus ideologías. Conservadores, liberales, izquierdas, derechas, anarquistas, comunistas, socialistas… la lista sigue.

Quizá todo comenzó con una noble intención: el bien común. Pero hoy creer en eso parece un ejercicio de nostalgia. Con el paso de los años, incluso los que se presentaban como incorruptibles, con la blancura de su plumaje como estandarte, han demostrado ser tan humanos como los demás. Basta con ver cómo toman asiento en los mullidos sillones del poder, bajo la sombra de un águila que observa sin intervenir.

Ahí están, viajando en primera clase, “siervos de la nación” cuyos salarios, de pronto, alcanzan para lujos que antes parecían impensables. La austeridad republicana, tan proclamada, se quedó entre las butacas del Senado o los archivos olvidados de la Cámara.

¡Sigue nuestro canal de WhatsApp para más noticias! Únete aquí

Y luego está el heredero. El hijo de quien alguna vez fue símbolo de una nueva moral nacional. Aquel que creció en el discurso de la sobriedad, del “ni tarjeta de crédito ni más de veinte pesos en el bolsillo”, hoy camina con pasos firmes y zapatos con siglas europeas. La estampita de protección espiritual fue sustituida por pasaportes dorados y suites de hotel.

La nueva dirigencia del partido no se queda atrás. Apellidos nobles o comunes, da lo mismo. La tentación no discrimina. Todos —o casi todos— han caído en el vértigo del privilegio: cenas exclusivas, destinos internacionales, rutinas de lujo que ya no encajan con el salario de un servidor público. La morena que daba nombre a su bandera no alcanzó a salvarlos del espejismo.

Y mientras el verano daba la señal para las vacaciones, estos nuevos cortesanos no resistieron los placeres del poder. Lo que ayer repudiaban, hoy lo imitan… y con descaro.

Así es el modelo: el político mexicano de hoy. Luchón, dicharachero, hábil para pactar, rápido para simular. Se ríe de la muerte, canta con el mariachi, traiciona principios en nombre de la oportunidad.

Y así, entre discursos de humildad y boletos de clase ejecutiva, se revela lo de siempre: parece imposible una ideología que sobreviva al poder sin perder el alma. 

Sin duda, la transformación llegó… y pidió suite con vista al mar