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Tóquenme mariachi otra vez la misma...

Por José Ramón Jiménez Martínez

Junio 05, 2025 03:00 a.m.

A

Esto que me pasa no es nada envidiable Ni al peor enemigo se lo deseo yo.

Isidro Coronel

Las elecciones para los distintos cargos en el Poder Judicial del pasado primero de junio pueden tener incontables interpretaciones; la perspectiva de quien interpreta dará la pauta de cada interpretación. 

No obstante, en medio de la diversidad, por su repercusión en los medios o, por la cobertura que logran en los medios de comunicación, apreciamos y destacamos una evidente polarización entre: quienes descalifican la elección (opositores a la reforma del poder judicial) y quienes celebran los resultados (oficialistas).

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Para quienes descalifican la elección, el argumento más socorrido es la baja participación de electores; trece millones aproximadamente; que representan alrededor del trece por ciento del padrón electoral. Con lo cual, señalan, una minoría elige a quienes ejercerán el Poder Judicial para la mayoría de la población. 

El argumento no es consistente por sí mismo, toda vez que las reglas de la elección no establecieron un mínimo necesario para validar la elección en general, ni a los elegidos en particular.

Que las reglas las definieron quienes, en el Poder Legislativo, contaron con la mayoría de congresistas y, que éstos representan los intereses de quienes detentan el poder en dos de los tres poderes republicanos: Ejecutivo y Legislativo, es una facultad obtenida legítimamente.  

En este marco argumentativo, los opositores denominan el proceso de la elección del Poder Judicial como el último paso para un gobierno totalitario. Estableciendo analogías con países con modelos totalitarios.

En contra parte, quienes defienden el proceso de elección, argumentan, entre otros, que: al ser un hecho consumado (proceso electivo, votaciones), el país logra, históricamente, la plenitud democrática al cumplir con lo establecido en la Constitución en relación a la elección directa de los tres poderes de la República.

Como contra argumento de los indicadores numéricos del total de electores que participaron, la titular del Poder Ejecutivo señaló que, ni uno de los tres partidos de oposición al actual régimen obtuvo más de trece millones en la elección de 2024.

En este marco de argumentos en favor y en contra de la primera elección del Poder Judicial, uno se hace las siguientes consideraciones:

-Quienes argumentan en contra de la elección en cuestión, ¿omiten por ignorancia o por mala fe que, en el régimen del PRI, el control de los poderes legislativo y judicial se hacía desde el poder ejecutivo en negociaciones lejos del dominio público? 

- ¿Olvidan que, a lo que ahora llaman “totalitarismo”, en otro momento fue denominado “dictadura perfecta”?

En relación a los argumentos de los partidos de oposición en contra de la elección del poder judicial y los términos en los cuales se ha dado dicho proceso, interpreto que son argumentos que encubren la impotencia que provoca haber perdido el poder otrora en las manos de sus institutos políticos (partidos); quienes ahora son oposición al régimen, se muestran sin fuerza suficiente para conservar o establecer condiciones acordes a su interés o a los intereses que representan.

En relación a los argumentos oficialistas, interpreto que lograron formalizar (con la elección) su objetivo político de influir en el poder judicial (fundamentalmente en lo que toca a la Suprema Corte de Justicia de la Nación), ampliando su espectro en los poderes de la República. 

Sin embargo, los términos formales en que el oficialismo ha alcanzado el objetivo, lo logrado no refleja la incidencia popular que la movilización del aparato gubernamental debería haber obtenido. Esto es, no hay una evidencia contundente del músculo político de quienes detentan el poder y, esta situación, refleja una conquista débil aunque suficiente ante una oposición desdibujada.

Desde la trinchera de la ciudadanía alejada del poder político, la gran mayoría que no acudió a votar, considero que ha prevalecido la incertidumbre, que ha sido una contienda por el poder poco clara. 

Históricamente, las contiendas son más concretas; personas aglutinadas en colores, en nombres de organizaciones, en propuestas de elección más precisas (sí o no; rojo o blanco, etc.).  Con candidaturas de personas cubiertas por símbolos más familiarizados, como los partidos.

El Poder Judicial es ininteligible para la gran mayoría de la población, tanto en su estructura constituyente como la naturaleza y alcance de sus facultades en cada una de sus instancias por lo cual, las candidaturas a los diversos puestos del poder judicial han sido también ininteligibles. 

Así las cosas y, en tanto que un nuevo proceso electoral no se presente en el horizonte, aquí seguimos, con la misma canción, una y otra vez, entre los abandonados y los que dirigen el mariachi.

joseramonuhm@hotmail.com