SI LE AMAS, CUIDARÁS LO QUE ES SUYO

Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez.
Un amor verdadero, es extensivo, no exclusivo. Una mujer que tiene corazón de madre, ama a sus hijos, pero también, a los que podrían ser suyos.
Así es el corazón de María, que ama a su Hijo, y también nos ama a nosotros, como ama a Jesús.
Si amas a alguien, también cuidarás lo que es suyo.
¡Sigue nuestro canal de WhatsApp para más noticias! Únete aquí
Por desgracia, el hombre no sabe amar; y confunde amor, con egoísmo.
Por lo general, amamos algo de la persona a la que decimos amar; y rechazamos, lo que tenga que ver con ella. Tal vez, por miedo al sacrificio.
Ya que, hay amores, que pueden llevarnos a rumbos inesperados; pero, donde está el amor, ahí está la vida.
Esto, fue lo que el Señor, le hizo saber a Pedro: “Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a dónde no quieras”. (Jn.21).
El amor verdadero, nos puede llevar hasta entregar la vida.
Pocos son, los que están dispuestos a amar; porque, no todos están dispuestos a la renuncia.
Para ayudarnos amar alguien, es bueno recordar, que Dios, así lo ama; y también lo ama, como nos ama a nosotros. Solo así, podremos entender, que todos somos dignos de ser amados.
Si amamos a Dios, hay que amar también a los que son de Cristo.
El Señor, le confío sus ovejas a Pedro; pero, era necesario escuchar la triple confesión de amor, para así poner, los corderos bajo su cuidado.
Y así lo dice el Evangelio: “Por tercera vez le preguntó: Simón, hijo de Juan, ¿Me quieres? Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería y le contestó: Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta a mis ovejas”. (Jn.21).
Era necesaria, una triple confesión de amor. Ya que así, es como el Señor podría confiarles a los suyos.
Quien tiene la misión de guiar, incluyendo a los papás, necesita amar a Dios, para saber cómo amar a sus hijos, que no son suyos, más bien son, las ovejas del Señor.
Si amamos a Dios, podremos también amar a las ovejas del Señor.
Ya que Cristo, siempre nos va a manifestar su amor, por medio de los buenos pastores.