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Acoso

Por José Santos Zavala

Marzo 12, 2025 03:00 a.m.

A

“Soy más que todos”, “estoy hasta para presidente”, “Quieres saber cuánto dinero gasté”, “cuando unas caguamas”, “tengo esposa, pero me vale”, “que guapa”, “te espero en mi oficina”, “te invito a comer”. Estas y muchas otras frases son utilizadas para acosar a adolescentes y jóvenes que tienen una relación de poder desequilibrada con su acosador. Es algo tan común que se ha normalizado, las víctimas no denuncian por miedo y la autoridad es indiferente ante las mismas cuando estas se realizan. Esto no es normal, afecta la situación emocional, su rendimiento escolar y laboral de las personas acosadas, se le requiere hacerle frente, transformando esta situación social que afecta a todas y todos 

El ocho de marzo, fue una excelente oportunidad y en diversas instituciones académicas, laborales y gubernamentales se denunciaron de manera pública diversas situaciones, no solo generadas por hombres, sino también por mujeres. En ellas hay un común denominador, una relación de abuso de poder. Esto generó indiferencia de muchos, apoyo de pocos y omisión por parte de las autoridades. Pareciera que hay que dejar que pase el tiempo y todo se olvide, y regresar a la misma situación. No se quiere ver la situación tal como es, sino preguntarse que pretenden, que intereses tienen, a quien quieren dañar; se olvidan de las víctimas y tratan de encubrir a las y los victimarios.

La indiferencia social es muy alta, acompañada de una cultura machista que mucho afectó a las mujeres durante mucho tiempo. Mas que apoyos se difunden opiniones, acompañadas por fotografías en el que se daña edificios públicos, pero no dicen nada del acoso y violencia que viven miles de mujeres. Esas personas en su vida personal han sido y son acosadores, se han separado de su pareja por violencia física, psicológica y/o económica; asocian la situación con el nivel educativo, cuando ha sido precisamente este el que a empoderado a la mujer y denuncian de manera enérgica los hechos. Se avanza, pero de manera lenta, sin resultados positivos en el corto plazo, no hay un cambio social.

Las autoridades de las instituciones actúan de manera condescendiente, dicen apoyar las denuncias, pero cuando estas llegan a sus instancias internas no pasa nada, “no hay pruebas suficientes”, es su principal argumento para adoptar la postura del no pasa nada. Necesitan reformular sus estructuras y procesos, pero sobre todo valor para tomar decisiones para hacer frente a estas situaciones de acoso, de no hacerlo, las víctimas tendrán un daño psicológico de por vida, un rendimiento escolar que las lleve a la deserción escolar, una baja productividad que lleve al despido. Se requiere una cultura organizacional de respeto al ser humano, en donde se separe de manera clara, las relaciones profesionales y laborales de la vida personal

En resumen: la indiferencia social y la complicidad de las autoridades de las instituciones son las dos principales causas del acoso de miles de adolescentes y jóvenes que viven diariamente, quienes lo hacen se aprovechan del poder que poseen. Bienvenidas las denuncias públicas, la exhibición y el señalamiento de las y los victimarios. Lo que esta pendiente es la solidaridad de la sociedad y las decisiones enérgicas de los tomadores de decisiones. Hay un avance, las denuncias se han hecho, el pendiente es que estas conductas sean sancionadas. Cuando eres indiferente, cuando juzgas sin conocer a fondo y cuando no actúas para sancionar, eres cómplice. Próxima colaboración: 26 de marzo de 2025 

@jszslp