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Familia y escuela Capítulo 257: ¡Otra vez la recua!

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Marzo 12, 2025 03:00 a.m.

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Aunque queda claro que el término “recua” está aplicado para todo conjunto de animales de carga, bien sea caballos, mulas, burros y otros; en terrenos educativos y aplicado de manera popular, el aplicar la palabra “burro” como adjetivo, se refiere al alumno que no ha aprobado alguna materia, contenido, curso o grado académico; tachado de bruto, ignorante, necio, torpe y más calificativos.

Tenemos entonces que, cuando se reune una cantidad de reprobados, es decir, un conjunto de “burros” tendriamos una recua, en este caso, aplicado el término al conjunto de alumnos que reprobaron en su trayecto formativo.

Parece una cuestión de vocablos y de términos, sin embargo, reflexionando sobre ello en terrenos educativos y formativos, ha sido simplemente parte de un fenómeno de exclusión dicotómica: o eres aprobado o estás reprobado; lo anterior resulta en uno de los pendientes sociales que se ha dejado de lado, dado que los no aprobados pasan directamente a no figurar en programas de apoyo, relegados y hasta expulsados de alguna institución escolar.

El efecto social, psicológico y cultural al que se ven sometidos los que por alguna razón no lograron conseguir ser aprobados, se manifiesta, además de la etiqueta de “burro”, en ser señalados como no aptos, con poca inteligencia y hasta con la pena y vergüenza reflejada por la familia; además de la imposibilidad de continuar con su trayecto académico y de no concretar su objetivo de laborar en alguna profesión deseada.

Dicha clasificación se establece regularmente de manera numérica, teniendo para ello una escala casi generalizada, mediante la cual, aquellos alumnos que obtengan una nota mayor a un 6 estarían aprobando el curso o contenido que se esté evaluando; mientras que aquellos que, obteniendo una calificación menor y entendiendo que este número no refleja el total de sus habilidades y capacidades y que a pesar de que son múltiples las razones por las que alguien no logra aprobar un examen, materia o asignatura; aun así, de cualquier forma, pasarían a formar parte de la recua.

Lo anterior ha llevado a transformar de manera pragmática los objetivos de toda enseñanza y aprendizaje, abandonando las formas idealistas del conocer para el desarrollo personal, incluyendo la formación técnica, científica y humanística, cambiándolos por la obtención a toda costa de un número que permita comprobar el dominio de un conocimiento y con ello, continuar los estudios.

¡Otra vez la recua!

De acuerdo con datos del IMCO, publicados en 2023, “…Según los resultados de Mejoredu, todos los estudiantes desde segundo de primaria hasta tercero de secundaria han obtenido calificaciones reprobatorias en Lectura, Matemáticas y Civismo…”

Como resultado tajante tenemos que: una sola nota reprobatoria, en cualquiera de las asignaturas o materias cursadas, no obstante que en todas las demás tenga calificaciones excelentes, sería suficiente para que se abandonen los estudios completamente.

Muchos de estos estudiantes han pasado a formar parte de lo que se conoce como fracaso, abandono o deserción escolar, lo que no hace más que retratar una de las múltiples realidades y áreas de oportunidad del sistema educativo en México.

¿Qué se está haciendo con los reprobados en alguna de las distintas materias cursadas? Prácticamente, nada, salvo ser etiquetado de “burro” y encaminarlo hacia la pertenencia a la recua correspondiente.

Es tan frenético el ritmo de trabajo que se encomienda a los profesores de grupo, con la obligación de terminar de impartir y vaciar en la mente de sus alumnos el total de contenidos que integran los planes y programas de estudio de cada grado y nivel académico en los tiempos establecidos; además, aunado a lo anterior, el excesivo trabajo administrativo y la cantidad de grupos y alumnos que se atienden que, poco queda de tiempo y disponibilidad para ejecutar, dentro del periodo ordinario de clases una intervención de recuperación hacia ellos.

Pocos son los docentes que, tomando como antecedente el examen aplicado, retoman dicha evaluación como una actividad de estudio, abordando como tema inmediato a la difusión de resultados, los items o respuestas equivocadas para volver a explicar y recuperar a aquellos que no demostraron su dominio.

De igual forma, tal pareciera que, ante la vorágine de los trayectos educativos, y ante el hecho de no aprobar algún contenido o materia, se destinara a los alumnos al abandono, exclusión y sin algún programa que les permita retomar el rumbo, sobre todo mediante estrategias de rescate, antes de ser nominados a alguna recua estudiantil.

Falta mucho por hacer en este tema, por lo que surgen preguntas en función de los alumnos no aprobados: ¿hacia dónde se dirigen educativa y laboralmente? ¿qué impacto psicológico sufren los que conforman alguna recua? ¿cómo cambia y se transforma su visión de futuro? ¿qué papel juegan en este fenómeno los padres de familia y los maestros?

Tal pareciera que los planes y programas educativos formales y oficiales, son solo para quienes lograron obtener una calificación mayor al 6, dejando en el abandono a los que no lo lograron.

El calificativo de “burro” y su conjunto nominado como “recua”, debiera ser más que un término peyorativo, un objetivo a intervenir educativa y formativamente de manera urgente y abordado por todas las instituciones sociales y no solo la escolar.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx