logo pulso
PSL Logo

Después de la Pascua

Por Martha Ocaña

Abril 23, 2025 03:00 a.m.

A

A las 7:35 del lunes 21 de abril de 2025 (hora local), el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Se fue poco más allá del amanecer después de la celebración de la Pascua y como quien espera su turno para no arrebatar el protagonismo de la resurrección, al hijo de Dios. Ese día, los decesos de gente cercana o lejana, se nos antojaron una suerte de buena fortuna, como quien inesperadamente emprende un viaje largo e inédito y al subir al avión o al tren, se encuentra con grandes personalidades, expertos en lo desconocido, en el acompañamiento y la buena charla.

Es a propósito de esta figura tan sobresaliente en el escenario de la religión católica y de un gran amigo, que escribo el día de hoy, un escrito que no intenta más que compartir una reflexión sobre la existencia de Dios, nuestros orígenes y nuestro destino final, como la especie terrenal que ha creído ser el epicentro y mandamás en este planeta.

La muerte nos trae cosas; nos trae recuerdos o nos hace reflexionar sobre nuestro sentido de vida -si es que lo hay- en los porqués y los para qué´s de nuestra existencia, y un día ante de este acontecimiento yo me encontré con una carta, atribuida por algunos, a Albert Einstein sobre Dios, y la opinión sobre Dios, de algunos filósofos. Quizá en estos escritos percibamos indicios que respondan a estas preguntas o quizá nos pasen de largo como cuando deslizamos nuestros dedos por las pantallas de nuestros móviles. 

Empecemos con Santo Tomás de Aquino quien argumentaba que: “todos los hechos ocurridos en el universo tienen una causa. Por ejemplo, la causa del humo es el fuego y la de los eclipses son los movimientos de los cuerpos celestes. Ocurre que esta cadena de causa-consecuencia no se puede llevar hasta el infinito. Debe haber, dice Tomás de Aquino, una primera causa que sea incausada, una primera ficha de dominó causante de todo nuestro universo. Esa primera causa, dice el filósofo, es Dios.” Y añadió: “El universo no es un mero conglomerado de partículas caóticas, más bien todo lo contrario: es un espacio ordenado, estructurado. Según Tomás de Aquino, la única opción es que haya un ser que dote al universo de tal finalidad y orden.”

¡Sigue nuestro canal de WhatsApp para más noticias! Únete aquí

Hegel afirma que, “incluso cuando negamos la existencia de Dios sabemos lo que queremos decir.”  Y Para Kant, “la existencia o inexistencia de Dios es un laberinto teórico que no se puede resolver —al igual que las preguntas sobre la finitud del mundo y del tiempo, por ejemplo—. Sin embargo, a pesar de que la existencia de Dios no pueda demostrarse teóricamente, Dios es necesario para fundamentar el Bien”.

Y para responder a la pregunta “Si Dios existe, ¿por qué hay mal en el mundo?” el pensador Agustín de Hipona responde que: “existe el mal porque tenemos libre albedrío. En ningún caso podemos culpar de ese mal a Dios, sino a nuestra libertad y las decisiones que con ella tomamos. Dios podría habernos creado sin esa capacidad de elección, pero estaríamos condenados a vivir una existencia encadenada. La existencia del mal es el coste de la autonomía que Dios nos ha dado, permitiendo que la vida se haga a sí misma”. 

“Para el pensador alemán Karl Marx, la religión tiene una función social clara: “la religión es el opio del pueblo. La religión enajena al ser humano y le desmoviliza. Lo primero, porque lo mantiene en un más allá que nunca llega, y lo segundo, porque desactiva cualquier oposición política al situar la recompensa en el cielo. Con la religión la sociedad se evade y esto favorece, al status quo.”

Para Nietzstche “Dios ha muerto” porque la moral cristiana es una moral decadente que impide todo el potencial de la vida, el cuerpo y sus fuerzas y solo alguien como el “superhombre” quien, al rechazarla, obtendrá toda su capacidad creadora. 

Desde la Filosofía, Freud nos dirá muchos años después que, “detrás de la religión, nos encontramos la culpabilidad originaria de la humanidad. “La religión —dice este autor— es una neurosis. Una neurosis colectiva que muestra que Dios en caso de existir, existe en nuestro inconsciente.”

Finalmente, la carta de Einstein nos habla de Dios como la más poderosa de las fuerzas:

“Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el amor.”

Y en su Laudato, Sí, Francisco I habló del amor a la tierra, que podría ser una de nuestras tareas más importantes para seguir gozando de este planeta:

“Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba”[1]. Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que “gime y sufre dolores de parto” (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.

Con lo anterior no pretendo convertir a nadie ni renegar de alguna creencia religiosa. Quizá solo mostrar una mirada histórica sobre el tema y quizá poder detenernos a imaginar el origen de nuestro planeta, de nuestra especie y de todas las formas de vida que hay en la naturaleza y respetar lo diferente;  y que además, nos alegremos de poder disfrutar de todo lo que tenemos a nuestro alrededor ¡felices pascuas!

Que en paz descansen:

 Roberto Meade “El Tomate” gran persona, gran amigo.

 El maestro José Miramontes Zapata Director de la Orquesta Sinfonica de San Luis Potosí 

Papa Francisco I· Jorge Mario Bergoglio.