El interés definido: poder y política en San Luis Potosí
En la teoría política, el principio del interés definido en términos de poder nos recuerda una verdad incómoda: el poder no se ejerce en abstracto ni en nombre de todos, sino en función de intereses concretos. Desde el enfoque del realismo, la política en última instancia, es la capacidad de ordenar prioridades y decidir a quién se atiende primero. Hans Morgenthau, en su teoría del realismo político, lo planteó con claridad: el interés definido en términos de poder es el segundo principio del realismo, que entiende la política como lucha por el poder orientada por intereses definidos y no por ideales abstractos.
Aplicado al contexto actual de San Luis Potosí, este principio revela cómo el poder se articula alrededor de bloques definidos: partidos, élites económicas, sindicatos, organizaciones territoriales, incluso liderazgos informales que controlan votos o narrativas. El ciudadano común, salvo en coyunturas específicas, queda relegado a un papel secundario: espectador del reparto de beneficios o costos.
En mi nota anterior sobre los enigmas de la participación ciudadana, planteaba la duda sobre dónde se ubica realmente el potosino dentro de la estructura del poder. La respuesta, a la luz del interés definido en términos de poder, es clara: el ciudadano suele quedar fuera de la mesa donde se toman las decisiones, a menos que su organización logre peso suficiente para transformarse en un actor de interés para quienes gobiernan. La participación aislada, fragmentada y reactiva no basta; lo que genera poder real es la capacidad de definir una agenda común y sostenerla.
Esto explica por qué ciertos sectores reciben atención inmediata, el empresariado automotriz, por ejemplo, mientras demandas comunitarias, como las relacionadas con servicios básicos, tardan años en resolverse. El interés definido establece jerarquías invisibles: no es que los problemas de unos valgan más que los de otros, sino que unos tienen mayor capacidad de negociación, presión y visibilidad política. Cuando el interés ciudadano y el poder político van en sentidos contrarios, la gestión pública se convierte en fuente de frustración y desigualdad. Por el contrario, cuando interés y poder logran converger, se abre la posibilidad de que las decisiones gubernamentales produzcan beneficios tangibles para la población.
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San Luis Potosí vive hoy una dinámica política intensa, marcada por el reacomodo de fuerzas de cara a las próximas elecciones y la disputa por el relato de “quién gobierna para quién”. En ese terreno, el principio del interés definido en términos de poder nos invita a dejar de romantizar la política como un espacio neutral y a entenderla como lo que es: un campo de competencia entre grupos con diferentes cuotas de poder.
La pregunta, entonces, no es si los intereses están definidos, sino quién los define, con qué reglas y bajo qué mecanismos de legitimidad. En San Luis Potosí, como en muchos otros estados, las decisiones más relevantes no siempre se toman en espacios públicos de deliberación, sino en círculos reducidos de poder donde los intereses de partidos, élites económicas o grupos de presión pesan más que las necesidades colectivas. El verdadero reto democrático consiste en abrir esos espacios cerrados y permitir que la ciudadanía organizada no sea solo observadora, sino actor con capacidad de incidencia.
Para ello no basta con procesos formales de consulta o participación simbólica: se requiere que las organizaciones ciudadanas, vecinales, académicas y comunitarias tengan voz efectiva en la definición de prioridades. De lo contrario, los intereses seguirán definidos por unos cuantos, sin mecanismos claros de legitimidad ni de rendición de cuentas. Convertir a la ciudadanía en un interés relevante implica reconocer que la democracia no se agota en las urnas, sino que se sostiene en la capacidad de los ciudadanos de disputar la agenda pública, exigir transparencia y reclamar su lugar en la mesa donde se deciden los rumbos del estado.
Solo así, el principio del interés definido en términos de poder dejará de ser sinónimo de exclusión para convertirse en motor de una gobernanza más justa, donde el poder no solo se concentre en élites, sino se distribuya de manera más equitativa entre quienes, día a día, sostienen el entramado social de San Luis Potosí.
louis.mballa@uaslp.mx