Escape literario
Marta Ocaña
Mientras intento alejarme —sin mucho éxito— de todo lo que forma un algoritmo, elijo los rincones menos concurridos del gimnasio, donde el reflejo de las pantallas y la inercia de las rutinas mecánicas parecen menos invasivos. Troto en la caminadora o pedaleo cientos de metros en una bicicleta estacionaria, dejando que el tiempo se diluya en un movimiento constante.
Eso me llevó a sintonizar, a la vieja (y no tan vieja) usanza, un podcast sobre literatura. No es precisamente el soundtrack típico del gimnasio, donde suelen reinar los beats electrónicos, el reguetón o los himnos motivacionales que dictan el ritmo del esfuerzo. En cambio, en mis audífonos resonaban voces que narraban historias, analizaban contextos y desentrañaban la esencia de algunos de los escritores más influyentes de México.
Los primeros episodios me sumergieron en la biografía de Octavio Paz: su infancia marcada por la Revolución Mexicana, su trayectoria como diplomático en París y la India, su autoexilio tras la matanza de Tlatelolco en 1968 y su regreso a México, ya convertido en una figura intelectual de peso. A través de sus libros, desde El laberinto de la soledad hasta Posdata y El ogro filantrópico, su pensamiento político fue transformándose, como un reflejo del sistema que gobernó al país casi toda su vida.
El segundo episodio estuvo dedicado a Efraín Huerta, el poeta de los "poemínimos", quien con su pluma desafiante y su mirada crítica retrató las contradicciones de la urbe y del poder. Entre versos breves y metáforas certeras, Huerta construyó un puente entre la poesía y la denuncia social.
El tercer episodio, el que escucho ahora, analiza la obra de José Revueltas, un escritor cuya vida estuvo marcada por el compromiso político y la represión. Militante comunista, encarcelado en Lecumberri, Revueltas plasmó en novelas como El apando y Los días terrenales la crudeza de la represión y la desesperanza de una sociedad controlada por estructuras opresivas.
Me sorprendió la conexión con su hermano, Silvestre Revueltas, uno de los compositores más influyentes de México. Sus obras, como La noche de los mayas, Sensemayá y Janitzio, capturan el alma del México profundo con una intensidad rítmica y expresiva única. Su incursión en la música para cine lo convirtió en pionero en un medio donde logró fusionar la tradición con la modernidad.
Mientras el episodio avanza, me doy cuenta de que la literatura y la música se entrelazan de formas inesperadas, como un eco que resuena a través del tiempo. Y así, entre kilómetros imaginarios recorridos en la bicicleta y el vaivén de las palabras, sigo sumergiéndome en este viaje sonoro, lejos del algoritmo, aunque nunca del todo fuera de su alcance.
La vida de Efraín Huerta da para más de una lectura superficial. Aunque su obra es vasta, lo más conocido son sus poemínimos, esas cápsulas poéticas cargadas de ironía, crítica y juego verbal. Él mismo los definió con una mezcla de humor y precisión:
"El poemínimo parece facilísimo (cualquiera lo hace), pero los imitadores descubrieron que era endemoniadamente difícil. Hacerlo requiere de una espontaneidad diferente a la del meditado epigrama y de un maligno toque poético que lo coloca a cien años de luminosa oscuridad del hai-kai (haikú); ..."
Huerta, con su pluma punzante y su mirada sarcástica, encontró en el poemínimo un vehículo para la irreverencia y la crítica, una forma de subvertir lo solemne con una dosis de ingenio mordaz.
Hoy, en medio del ruido mediático, las noticias de siempre —Trump, los aranceles, el Mayo, Archivaldo, Claudia y su primer desencuentro con la Cámara, y demás etcéteras—, es buen momento para desconectarnos un rato de la vorágine informativa.
Así que los invito a un recorrido literario: arrancamos con Paz, seguimos con un par de poemínimos de Huerta, y cerramos con Revueltas. A ver si logramos escapar, aunque sea por un momento, del mainstream que nos tiene al borde de la locura.
I.- INTERMITENCIAS DE OESTE (2) (Canción mexicana)
de Octavio Paz
"Mi abuelo, al tomar el café,
me hablaba de Juárez y de Porfirio,
los zuavos y los plateados.
Y el mantel olía a pólvora.
Mi padre, al tomar la copa, me hablaba de Zapata y de Villa,
Soto y Gama y los Flores Magón.
Y el mantel olía a pólvora.
Yo me quedo callado:
¿De quién podría hablar?
II.- AY POETA de Efraín Huerta
Primero
Que nada:
Me complace
Enormísimamente
Ser
Un buen
Poeta
De segunda
Del
Tercer
Mundo
III.- PROTAGÓRICA
El
Hambre
Es
La medida
De todas
Las
Cosas
IV.- [Si el aire...] de José Revueltas
Si el aire no tuviera sangre
si el agua del océano fuera pura
y no trajera jóvenes despedazados
si las playas fueran limpias, serenas
y en ellas no la muerte sino el amor golpeara...
Enloquecidos pájaros del viento
han llegado hasta aquí para no alejarse nunca.
Todo mundo nos está gritando
en el filo mismo de la Historia
en la frente escupida de las cosas que existen.
Hay que saber, irrevocablemente, de nuestra eterna eternidad.