Las apariencias engañan
El 10 de enero de 1992, un contenedor a bordo de un barco de carga en ruta entre Hong Kong y Tacoma, Washington, en la costa oeste norteamericana, resbaló y cayó al mar durante una tormenta. De alguna manera, el contenedor se abrió con la caída, liberando 28,800 juguetes de plástico sólido para bañera, con la forma de patos amarillos, tortugas azules, castores rojos y ranas verdes. El accidente ocurrió cerca de la línea internacional del tiempo en medio del océano, pero la corriente marina arrastró a los juguetes, diseñados para flotar, hasta Alaska.
Diez meses después del accidente los juguetes aparecieron en la costa sur de Alaska. De acuerdo con Curtis Ebbesmeyer y James Ingraham, en un artículo publicado en la revista EOS en septiembre de 1994, los juguetes estaban empacados con una cubierta de plástico y una base de cartón, que se habría desprendido a los pocos días de estar en contacto con el agua salada, liberando los juguetes, que habrían así flotado en la superficie del mar.
El viaje de los juguetes no terminó en la costa de Alaska. Lejos de esto, de acuerdo con el sitio de la Administración Nacional Oceánica y de la Atmósfera de los Estados Unidos, arrastrados por las corrientes marinas, los juguetes aparecieron en el norte del golfo de Alaska en mayo de 1993, en el estado de Washington en junio de 1995, y en Hawái en julio de 1996 y marzo de 1997. Adicionalmente, los juguetes cruzaron el estrecho de Bering con rumbo al océano Atlántico, y fueron avistados en la costa del estado norteamericano de Maine en julio de 2003, en Escocia en agosto de 2003 y en la costa de Inglaterra en 2007.
Dado que 28,800 juguetes de plástico dejados a la deriva en medio del océano pudieron viajar miles de kilómetros a través de caminos múltiples y llegar a las costas de lugares remotos, podríamos esperar que la basura plástica que liberamos en las costas de diferentes maneras tenga el potencial de contaminar lugares remotos en medio del océano. Y, en efecto, esto es lo que está ocurriendo y generando un problema creciente de contaminación.
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Es conocida la contaminación del océano por macro plásticos y micro plásticos, estos últimos producidos por la desintegración de los primeros. Menos conocida es la contaminación por nano plásticos, que son partículas más pequeñas que los micro plásticos. Los nano plásticos, sin embargo, son la principal fuente de contaminación del océano. Al menos, según un artículo aparecido el pasado 9 de julio en la revista “Nature”, publicado por un grupo de investigadores encabezado por Sophie ten Hitebrink de la Universidad de Utrecht en Países Bajos.
Hitebrink y colaboradores hacen notar que: “Una fracción sustancial de la producción anual mundial de plástico termina en el océano, por ejemplo, a través del transporte fluvial, la deposición atmosférica y la basura arrojada directamente desde la costa o desde barcos. El destino final de los residuos plásticos en el océano depende de varios factores, como la densidad de los plásticos y su transporte en la superficie del océano. Los puntos críticos de acumulación de plásticos flotantes incluyen bahías y zonas de convergencia, como los giros oceánicos subtropicales, y una fracción considerable de la basura plástica marina se deposita nuevamente a lo largo de la costa”. Según explican los investigadores, los materiales plásticos se fragmentan en micro plásticos y nano plásticos por la acción del agua, la interacción con la radiación ultravioleta y por la acción de microbios.
Para determinar su contenido de nano plásticos, Hitebrink y colaboradores muestrearon el agua marina a diferentes profundidades en nueve puntos del océano Atlántico norte, y en tres puntos de la plataforma del norte de Europa. Encuentran que los nano plásticos están presentes en todas las muestras, y que probablemente constituyen la mayor fuente de contaminación del océano por materiales plásticos. En este sentido, los investigadores concluyen: “Esto implica que la masa total de plástico en el océano es mayor de lo que se creía anteriormente, porque los nano plásticos no se tuvieron en cuenta en las evaluaciones de la masa de plástico marino.”
Los nano plásticos tienen tamaños inferiores a una milésima de milímetro, y este pequeño tamaño los hace particularmente peligrosos, pues pueden penetrar las paredes celulares. Como hacen notar Hitebrink y colaboradores: “Debido a la capacidad de los nano plásticos para atravesar barreras biológicas, translocarse, bioacumularse e interactuar químicamente a velocidades rápidas, los nano plásticos pueden representar la fracción de tamaño de plástico más problemática para la vida oceánica”. Así, haríamos notar que si bien la basura de macro plásticos, tales como botellas, bolsas y empaques de desecho es visualmente desagradable, la basura plástica más peligrosa es la que no podemos ver.