Lo cool
Hace unos días, el New York Times publicó un artículo con las seis características que hacen a una persona cool, o guay, dirían los españoles, o chida, diríamos en México. Resultado de una encuesta aplicada a seis mil personas en doce países, las mismas características fueron señaladas para establecer las características “cool” de una persona. El estudio quería entrar a profundidad en todas aquellas cualidades asociadas con el término, entendido como aquellas personas simpáticas, competentes, modernas y atractivas, buscando ahondar a detalle en aquello que, de manera general, asociamos a una persona “chida”.
El estudio buscaba también saber, además, que diferenciaba a una persona cool de una persona buena, entendiendo por esta última, a aquellas personas que sí, son más conformistas y tradicionales, pero también seguras, cálidas, agradables, universalistas (definida como el grado en que una persona ve a todos y a todo como iguales o igualmente dignos de atención y respeto), concienzudas y tranquilas. Y, en efecto, resultó que ser cool, no es lo mismo que lo bueno.
Las personas cool, según la encuesta, cuentan con seis características: son extrovertidos, hedonistas, poderosos, aventureros, abiertos y autónomos. Para aclarar, una persona extrovertida es aquella sociable, comunicativa y abierto en sus relaciones con los demás. Luego, el hedonismo es la doctrina que establece el placer como fin y fundamento de la vida y, por supuesto, evitar cualquier incomodidad y molestia. El poder es la facultad de dominio o imperio para ejecutar algo, o a la fuerza o capacidad para hacer algo. La persona aventurera es aquella que busca experiencias extraordinarias o arriesgadas. Para la apertura se refiere a aquellos que dejan poco al velo de la intimidad, y que muestran todo lo que hacen, sienten, piensan o viven. Y la autonomía es la capacidad de actuar libremente, sin depender de nada ni nadie.
Todas estas cualidades tienen, sin duda, un elemento positivo y hasta deseable. Una persona abierta, autónoma y que disfrute el placer sin culpa, posiblemente viva más satisfecha. Sin embargo, se detectó que “lo cool” tiene también ciertos componentes que tocan muy de cerca al egoísmo, al exhibicionismo, a la falta de empatía, la manipulación y a los pocos escrúpulos al momento de trabajar para obtener algo que se desea. Las personas cool, eso sí, ejercen una función de innovación, llevan a nuevos límites, abren opciones distintas. Pero eso no necesariamente las hace buenas personas. Las hará quizá populares, pero no necesariamente buenas.
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La bronca con todo esto es que, sin importar la edad que tengamos, lo cool se toma más como modelo que lo bueno. Hay algo que apela mucho más a buscar un prototipo de persona que se vea atractiva a una que se vea bastante normalita. Así, comenzamos a torcer tipos ideales y desviarlos. Quizá por eso cada vez más personas jóvenes buscan dedicarse profesionalmente a ser influencers o estudiar profesiones donde sean populares y que les hagan ganar dinero, sin importar la vocación o el compromiso que en teoría se requeriría para ser, qué se yo, digamos médico…
Nada malo hay con ser en cool, siempre y cuando seamos conscientes de no sobrepasar los límites del ego y entender que ser populares no significa que seamos buenos; porque para esto último, vamos a necesitar un poquito más de trabajo fuera de los reflectores.