El destructivo legado dogmático
El legado dogmático de López Obrador se está convirtiendo en una camisa de fuerza para la presidenta Sheinbaum. La limita en el manejo de los recursos jurídicos que debe ejercer quien gobierna para imponer la ley y con ello mantener el orden. Cuando falla el orden se pierde la gobernabilidad y surge el caos.
Los dogmas ideológicos terminan siendo demagogia pura para quedar bien con todos y no encarar los problemas que pueden molestar a algunos incómodos grupos de poder. Sin embargo, este manejo retórico presagia graves problemas de gobernabilidad en el futuro, pues significa que para mantener la congruencia con el legado dogmático obradorista, la presidenta quedaría en posición defensiva y vulnerable, sin ejercer su legítima autoridad frente a provocaciones violentas de grupos de poder que presionan para sacar adelante sus demandas. La CNTE ha mostrado el camino a todo México.
Primero “Abrazos no balazos” se convirtió en una frase de alto impacto, que incluso dio identidad al gobierno de López Obrador. Este dogma ideológico “sonaba” bien, pero con la inacción gubernamental permitió a los cárteles crecer y a muchos otros surgir. Además, tuvo un alto costo envidas humanas, personas desaparecidas y muchas familias vieron disminuir su patrimonio ante la indiferencia gubernamental. Además, había que maquillar las cifras.
A su vez, la confusión conceptual entre represión y utilizarla legítima fuerza del estado -con base en la aplicación de la ley-, ha traído consigo la pérdida del respeto a la autoridad y a las instituciones. Nunca antes -previo a la llegada de la 4T al poder-, alguien hubiera considerado como algo posible provocar y agredir a las Fuerzas Armadas.
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En contraste, en estos tiempos se ha agredido violentamente a militares, sabiendo que no habrá respuesta ni consecuencias. La humillación ha tenido que ser tolerada.
Vemos hoy que el uso legítimo de la fuerza del estado -para proteger a la sociedad- se distorsiona con demagogia dogmática, para darle significado negativo equivalente a represión. De este modo se evita dar respuestas contundentes que puedan generar un costo político.
El dogma “nosotros no reprimimos como se hacía antes”, ha traído funestas consecuencias para el país. Tolerar vandalismo, violencia física y desmanes en marchas callejeras, hasta tener que negociar condiciones de alto costo para el país como lo es la modificación del sistema de pensiones para satisfacer las demandas de la CNTE, se ha vuelto cotidiano.
La ingenua visión dogmática que impuso López Obrador durante su gobierno responde al contexto social y político que existía hace casi cien años.
López Obrador destruyó la infraestructura institucional del Estado Mexicano, pretendiendo empoderar de forma autocrática al Poder Ejecutivo, pero empoderó a las Fuerzas Armadas que quedaron hoy como la única institución sólida y fuerte, capaz de imponer la autoridad del estado. Sin embargo, en un mundo que evoluciona hacia la ciudadanización, esto presupone un grave retroceso.
La presidenta Sheinbaum, aunque sigue utilizando la retórica dogmática de López Obrador, -como estrategia de comunicación-, sus acciones parecen estar tomando un rumbo más objetivo y menos dogmático. Sus acciones en materia de seguridad así lo sugieren.
García Luna Y Bermúdez Requena
A García Luna lo sentenciaron con base en los dichos de testigos protegidos, o sea delincuentes confesos que acusan a los que enfrentan un proceso, pretendiendo con esta colaboración reducir su condena o las condiciones de su reclusión. En contraste, Bermúdez ya traía un historial judicial aún antes de ser nombrado secretario de seguridad pública de Tabasco por el gobernador Adán Augusto López.
Sin embargo, la presidenta Sheinbaum dice que no es igual García Luna que Bermúdez Requena. Sería interesante saber en qué se diferencian y por qué García Luna es peor que Bermúdez Requena, que fundó y operó directamente un cártel, según denuncia el gobernador May.
¿A usted qué le parece?