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Entre charcos y cuentos

Por Martha Ocaña

Julio 02, 2025 03:00 a.m.

A

Para Gabi

Escribo para liberar la mente, para encontrar esa frase que encaje con el momento, mientras contemplo la tormenta a través de la ventana. La lluvia atraviesa más que la vista; se filtra con sus gotas finas, su inclinación, y el viento que la acompaña como música de fondo en esta escena de vendaval que, a la vez, fascina y perturba.

Es mucho más que un sorbo de agua que refresca la tierra sedienta. Es placer. Es el verdor que brota tras su paso, el murmullo de los riachuelos, incluso en medio de los estragos urbanos que dejan chaparrones como los de estos últimos días.

Dan ganas de volver a ser niña, de escaparse de mamá para jugar entre el lodo y los charcos de los viejos jardines caseros.

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Dan ganas de ser optimista y caminar sin sombrilla, dejando que el cuerpo se convierta en una cascada humana bajo nubes de plomo que se derriten en la alquimia natural sobre los campos —esos campos que resisten, heroicos, al avance del urbanismo implacable.

Los pocos cerros que aún sobreviven en este valle del Tangamanga se regocijan con estas aguas que llegan como remanentes de huracanes o ciclones. Desde la distancia, los vemos teñirse de azul, como si esa fuera su manera de expresar alegría.

Esta lluvia y estos cerros me trajeron a la memoria el cuento infantil “El agua de la vida”, que muchos habrán escuchado alguna vez. Y para quienes no lo conocen, les cuento: cuando yo era esa niña que se escapaba al jardín a mojarse a escondidas de los papás, también había días en que nos quedábamos en casa, escuchando cuentos en el viejo tocadiscos familiar. Uno de nuestros favoritos era precisamente ese, de los hermanos Grimm. Lo recordábamos sobre todo por la canción del duende que maldecía a los príncipes maleducados, encerrándolos en las montañas mientras buscaban el agua de la vida para su padre, un rey anciano de un país de leyenda.

No he logrado rescatar la versión original, pero aquí les dejo un enlace, por si quieren contárselo a sus hijos o nietos en una de estas magníficas tardes de lluvia. Así, tal vez, no necesiten mojarse a escondidas.

https://www.youtube.com/watch?v=tusNGeJYEPE