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Familia y escuela Capítulo 275: Pausa para la salud

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Julio 16, 2025 03:00 a.m.

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Dentro de la naturaleza de los seres vivos existen ya programados, de manera natural, periodos de descanso durante los cuales las funciones vitales siguen activas, pero al mismo tiempo se pone en acción un mecanismo que reduce el consumo de energía y propicia un relajamiento placentero y absolutamente necesario para la reposición de fuerzas para su óptimo funcionamiento.

En algunos casos, este descanso está emparejado con los periodos nocturnos, mientras que, en otros, se da por temporadas del año y se manifiesta mediante periodos de hibernación, sueño o aletargamiento, con la reducción a la mínima acción y gasto energético.

Para el caso de los seres humanos, este periodo está enmarcado por lo que se conoce como el ritmo circadiano: “…reloj interno de 24 horas que regula los ciclos de sueño y vigilia, así como otros procesos fisiológicos en el cuerpo, respondiendo a la luz y la oscuridad…” reflejando y controlando en las personas, entre otras acciones, la del necesario descanso relacionado directamente con el sueño y la noche.

Esta pausa de descanso es necesaria para recuperar energía y dotar a nuestro cuerpo y a todas las funciones vitales de una recuperación y preparación para afrontar todos los retos que la vida diaria nos exige, mediante el uso de facultades fisiológicas y mentales.

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Es un hecho que las exigencias a las que diariamente somos sometidos, incluso desde muy pequeños, han estado constantemente evolucionando de forma tal que, se han convertido en una lista de estresores los cuales “golpean” y “embisten cual vendaval ciclónico” a las acciones realizadas socialmente.

En este listado se incluyen desde compromisos y obligaciones socioculturales, las de tipo económico laboral y hasta las escolares, entre otras.

Todo ello va generando situaciones estresantes que van consumiendo paulatinamente la energía y provocando el desgaste de las actitudes y habilidades que se poseen para hacerles frente.

Justo es mencionar que existen dos formas diferentes de reaccionar ante situaciones adversas: el eustrés, considerado como un impulso positivo y beneficioso, al propiciar la activación y desarrollo de acciones para poner en práctica soluciones aplicables a la situación experimentada, mientras que el distrés es una respuesta negativa que puede ser perjudicial, al bloquear o ralentizar las respuestas del ser humano.

Esta evolución de los compromisos a los que somos sometidos, ha provocado la insuficiencia de la reserva de energía que se generaba con el descanso normalmente establecido con el “sueño reparador”, aunado a otras situaciones sociales y culturales vinculadas al uso y consumo cultural en aparatos celulares, computadoras y televisores que provocan la interrupción del desarrollo circadiano normal y el aumento de enfermedades cardiovasculares, así como trastornos de depresión y ansiedad, entre otros.

Se genera entonces la necesidad de crear y poner en práctica una actividad educativa y formativa, conocida como: “pausa para la salud”, la cual tiene como objetivo principal el brindar una “ruptura” de las actividades rutinarias a las que están sometidos los trabajadores, oficinistas, familias, alumnos de todos los niveles educativos y demás personal, con largas jornadas de actividades repetitivas, en el mismo lugar, postura y asiento.

Se usa por lo regular un tiempo promedio de cinco minutos durante los cuales se pide ejecutar una actividad enteramente diferente a la que se realiza en el momento de iniciar la pausa, comenzando con cambiar la postura a la efectuada siempre: respirar, hacer algún estiramiento muscular o ejercicio, cantar, bailar, tomar líquidos, desplazamientos o cualquier acción que provoque el alejamiento momentáneo de lo que regularmente se hace.

En el ámbito escolar, se le conoce como “pausa activa” y aunque para algunos profesores, autoridades educativas y padres de familia, este tipo de actividad es vista como una falta de orden y pérdida de tiempo, su uso aporta a los alumnos de cualquier nivel educativo un espacio y tiempo para una respiración profunda y un atenuante para los momentos en que el ritmo de las clases y sus actividades han llevado a un cansancio con presión extrema.

En los niveles superiores, llega el momento en donde las temporadas de exámenes y entrega de trabajos, los presionan de tal manera que, ante la urgencia de la obtención de una nota o calificación aprobatoria, de la cual depende su estadía o abandono de su trayecto formativo que, esta pausa les da un respiro para luego seguir concentrados en sus actividades.

Lo mismo sucede con las actividades de padres de familia y maestros, los cuales, llegado el momento, se ven tan apremiados por los compromisos cotidianos, que en muchos de los casos se experimenta un cansancio y desgaste, el cual necesita de la pausa para restaurar sus energías.

Para el caso de los papás, las presiones generadas por el aspecto económico laboral, así como el dar cauce al buen funcionamiento del hogar y la formación de hijos y las demás inherentes a su rol; para los docentes, enfrentan no solo enseñar y tener a su cargo un grupo de alumnos, lo cual ya significa suficiente carga de responsabilidad; también lidian con presiones administrativas relacionadas con entrega de documentación y formatos de manera excesiva

El fomentar y educar para que, alternativamente al sueño y descanso natural, se promueva personal e institucionalmente la aplicación de dicha pausa, se ha convertido en un excelente medio para disminuir la tensión existente con la obtención de acciones cotidianas más llevaderas y con mejores condiciones físicas, sociales y emocionales.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx