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Familia y escuela Capítulo 277: A pesar de todo, se aprende

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Julio 30, 2025 03:00 a.m.

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Está muy generalizado el hecho de suponer que la educación es un acto que solo se desarrolla en los planteles y con los sistemas escolares preestablecidos; que toda aquella persona que no cruce por esos lugares es un iletrado, burro, ignorante y hasta catalogado oficialmente como: “NiNi”.

Algo similar ocurre con todos aquellos que, aún y cuando pasaron por ese proceso escolarizado, no lo culminan, bien sea por abandono debido a diferentes circunstancias o, por no haber aprobado reglamentariamente las materias o asignaturas en las condiciones establecidas por el sistema por lo que son materialmente echados y desvinculados de la educación oficial.

A este respecto, resulta que no son pocos los que se encuentran formando parte de este rezago escolar: de acuerdo con un estudio publicado en 2024, en México: “De cada 100 niños que inician la primaria en el país, solo 28 consiguen egresar de la educación superior, lo que implica que 72 se quedan en el camino”

¿Se interrumpe el proceso educativo ante este rezago?

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Lo más fácil sería responder que, en efecto, queda interrumpido en su formato oficial, es decir, se interrumpe la escolaridad formal, permaneciendo el impacto de ser catalogado con esos adjetivos denostativos, como una clasificación que tiene una influencia de marginación y minusvaloración en estas personas.

Sin embargo, el proceso de seguir aprendiendo de todas las múltiples maneras que un individuo puede hacerlo sigue intacto, incluso sigue adelante o se incrementa, no obstante, la aparición de límites y murallas por las que una persona en edad escolar pasa, bien sea perteneciendo o no a un sistema oficial. 

Esta forma de aprendizaje recibe diversos nombres: Aprendizaje social y cultural, aprendizaje por observación e imitación, por descubrimiento o espontáneo; aprendizaje con base en resolver problemas o desarrollar proyectos; mediante acierto y error, prueba y ensayo; todo lo anterior ante la necesidad de dominar conocimientos específicos que otorguen habilidades para ser desarrolladas durante una actividad laboral o simplemente por la curiosidad de conocer acerca de un determinado conocimiento.

El aprender se manifiesta entonces como una característica permanente en el ser humano, paralelo a la forma oficialmente establecida en todo tiempo lugar y circunstancia; aparece desde que se nace, durante todo el crecimiento, evolución y desarrollo de la coexistencia social hasta los últimos momentos de vida, aprendiendo a morir.

El aprendizaje se lleva a cabo no obstante el buen o mal docente; el diferente estilo de paternidad o los distintos tipos de experiencias vividas en sociedad al ser positivas, negativas, complicadas, sencillas, difíciles, agresivas o agradables; todo ello en un marco de aprendizaje social y cultural. 

Se aprende al presenciar una película, documental o producción audiovisual; al escuchar una canción, apreciar una obra de arte plástica o en movimiento; realizar un viaje y conocer otras culturas y costumbres; al pertenecer a grupos políticos, religiosos, organizaciones no gubernamentales o de representación y apoyo social.

Durante el desarrollo de actividades laborales, todos los conocimientos adquiridos, aparte de efectuarse mediante la observación e imitación, entran en juego las enseñanzas que, mediante la práctica, los expertos van inculcando a sus ayudantes; es así que en los comercios se llevan a cabo verdaderas lecciones matemáticas y de fórmulas complejas para el desarrollo de cálculo de costos, peso, frecuencia, fracciones, faltantes y adiciones de productos y muchas más.

En el ejercicio de la construcción, todos los ayudantes conocidos popularmente como “chalanes”, mediante observaciones y preguntas, además de las instrucciones recibidas por los jefes de obra; de manera paulatina van aprendiendo de materiales, proporciones, mezclas y procedimientos; van comprendiendo de niveles, cálculos y distancias entre muros y vigas y hasta los consecuentes riesgos del oficio, hasta evolucionar y llegar a tener su propio grupo o cuadrilla de trabajadores.

De la misma forma ocurre con el aprendizaje de todos los oficios que requieren personal para iniciar un trabajo de electricidad, plomería, jardinería, entre muchos otros y que, no obstante, cuenten o no con conocimientos escolarizados previos, se lleva a cabo un proceso de aprendizaje efectivo al estar incluido y ser partícipe de esas actividades.

De igual manera ocurre con los aprendizajes recibidos de generación en generación, con la creación de artesanías y todos los productos característicos de los pueblos originarios y distintos grupos poblacionales que se dedican a esta producción, teniendo como base las microempresas familiares o comunales.

Ahora, ante el desarrollo de las actividades enmarcadas en lo que se conoce como la “sociedad del conocimiento”, las formas, los medios y los contextos digitales en los que nos encontramos y con los que desarrollamos todas las actividades sociales, han venido a potenciar los aprendizajes formales, no formales y hasta los informales; para los primeros, bastaría con buscar todas las ofertas educativas y conocimientos en línea, no presenciales o también conocidos como educación a distancia; para los últimos se encuentra toda la variedad de plataformas, buscadores, redes sociales y chats que, con el simple hecho de abrirlos y participar en ellos, se muestra prácticamente todo un universo de conocimientos, con el riesgo del consumo de contenidos falsos, pero sin duda con un potencial ilimitado.

La vida educativa, con todo su proceso de enseñar y aprender no se acaba, ni está circunscrita específicamente a una escuela formal o a las enseñanzas recibidas en el núcleo familiar; porque la educación, entendida como proceso social, es un fenómeno que implica estar siempre ante la posibilidad de aprender de todas las acciones, elementos y experiencias por las que pasamos y que, aunque no están sujetas a una aprobación o reprobación, o a una calificación numérica, resultan tanto o más importantes que las ofrecidas por un sistema educativo.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx