Gandallas
Hay una palabra que no aparece formalmente en el diccionario de la Real Academia Española pero sí se hace referencia la página de la Academia Mexicana de la Lengua; sobra decir que su alcance y significado es amplia y generalmente conocido. También pone su atención en el término el Diccionario del Español de México, obra creada y bajo constante renovación a cargo de El Colegio de México.
Me refiero a la palabra “gandalla”, definida en la última obra citada en el párrafo anterior como un adjetivo o sustantivo que identifica al que saca partido de todo, sin consideración ni respeto por los demás, al aprovechado.
La Academia Mexicana contestó una consulta visible en su sitio de internet que, por su valor, transcribo a continuación: “…gandalla. 1. Adjetivo. Referido a persona, que se aprovecha de alguien o se apropia de algo de manera artera: Gregorio es un tipo muy gandalla. 2. Sustantivo común. Persona que se aprovecha de alguien o se apropia de algo de manera artera. Gregorio es un gandalla con todos sus amigos. […] Cabe señalar que a partir de este sustantivo en México se derivaron las formas agandallar(se) (‘robar’, ‘avasallar una persona a alguien sin miramientos ni respeto, llevada por el interés o el provecho propios’), agandalle (‘acción y resultado de agandallar’) y gandallismo (‘actitud, tendencia o cualidad gandalla’). Asimismo, aunque menos común, existe la voz gandallez, que tiene el mismo sentido que gandallismo.”
Esta breve lectura seguramente nos trajo a la mente a un buen número de personas, conocidos directos o por referencia mediática. Después de todo, si en base a la tónica imperante en redes sociales y medios tradicionales de comunicación, si tuviéramos que asignar cuna característica a varios integrantes del oficialismo, es el gandallaje, término que se refiere a la conducta de una persona que se aprovecha de los demás o de una situación de manera deshonesta, abusiva o aprovechada.
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¿Qué tal el caso de quién, aprovechando su posición como diputada acudió a demandar ante una obsequiosa Sala Regional Especializada del Poder Judicial de la Federación a una ciudadana, Karla estrella, por supuesta violencia política de género y fue condenada a publicar por treinta días una disculpa en su cuenta de la red X a la legisladora hoy conocida como #DatoProtegido?
¿Qué me dice del vástago expresidencial conocido como Andy (pero que no le gusta que le digan Andy pues se asume como el legado político del López que es su padre) vacacionista de lujo, en hoteles de lujo y que compra en tiendas de lujo en Tokio?
En el primer caso, dada la injuriante sentencia a favor de la diputada demandante, se ha desatado en redes sociales una verdadera avalancha de información que identifica los lujos desmedidos que doña #DatoProtegido y su consorte, el diputado Gutiérrez que ellos mismos han exhibido en las fotos que suben a sus propias cuentas sociales. Ni con sus salarios conjuntos por varias reencarnaciones podrían pagar esos gastos. Si quiere saber más al respecto lo invito a visitar la cuenta de X de mi tocayo Jorge García Orozco (@jorgegodlg) y ahí podrá ver imágenes, precios y mucha más información que demuestra que, para demandar hay que tener cuidado de no ser gandalla, porque luego el triunfo se vuelve amargo.
Por lo que hace a Andy, quien ha dicho: “Yo me llamo Andrés Manuel López Beltrán y mi más grande orgullo es llamarme como el mejor presidente que ha tenido este país. El llamarme ‘Andy’ es demeritar eso, quitarme ese legado, quitarme ese nombre”, con lo cual reconoce que su mayor mérito es genético, no da razones válidas para justificar gastos tan altos para su descanso “luego de extenuantes jornadas de trabajo.” ¿Cuál justa medianía? Suena más a gandallismo.
Ya para terminar esta columna, una enseñanza se desprende de ambos casos ejemplificativos: si es gandalla, sea discreto, porque si habla de más, las cosas se regresan, no se atarugue (otro mexicanismo al que luego dedicaremos espacio).
@jchessal
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