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In-D: ¿Quién llena los huecos que quedan?

Por Daniel Tristán

Abril 23, 2025 10:49 a.m.

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Decía Milton Glaser que el verdadero objetivo del arte es darle protagonismo a la obra, no a su creador. En este sentido podemos asegurar que José Miramontes Zapata era un artista de los de talla grande. El pasado 19 de abril falleció el maestro, dejando un aporte cultural incalculable. El más valioso, sin duda, la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí. Y es que la figura de Miramontes Zapata es precisamente una de esas presencias que son palpables en cada rincón de la ciudad, sin la necesidad de que su nombre se lleve crédito.

El legado del maestro Miramontes se puede percibir en las aulas de los centros culturales, en los ensayos de su orquesta, en las partituras que descansan silenciosas mientras esperan de que  alguno de sus pupilos le den vida. Es probable que no todos los potosinos calculen las dimensiones del aporte de Miramontes a la música potosina. Pero es un hecho que todos los habitantes de nuestra capital han tenido contacto, directo o indirecto, con el trabajo del maestro José.

Fue en el año 2000, hace un cuarto de siglo, que Miramontes Zapata consolidó el proyecto de una Orquesta Sinfónica para la capital potosina, bajo el apoyo del entonces Gobernador del Estado, Fernando Silva Nieto. Apasionado no solamente de la música, sino de la creatividad y de los alcances de la mente y la genialidad humana. También crítico constante y reacio de la misma capacidad inventiva de nuestra especie: "¿Estamos evolucionando o involucionando?", se preguntaba constantemente.

Nacido en el barrio del Montecillo, José Miramontes Zapata desarrolló su talento musical a base de sudor y sacrificio. Calificaba su capacidad musical como "estándar", haciendo referencia al trabajo duro que le costaba desarrollar sus habilidades. Aún así se definía a sí mismo como "Rey de reyes" dentro del territorio potosino, pero fue en su aventura por el viejo continente donde se enfrentó a los grandes monstruos de la música. Su andar por Rusia también fue parte importante para su formación como Director de Orquesta haciendo que se enfrentara a la más alta exigencia artística.

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La pérdida de José Miramontes Zapata no es solamente un golpe duro para la escena cultural de nuestra ciudad. Es también un foco rojo, una señal de alerta. La muerte de Miramontes nos obliga a reflexionar si será posible que alguien pueda llenar el hueco que deja su partida. Los grandes rostros de la música y la cultura se extinguen. No solamente en nuestra ciudad, sino en el mundo en general. Comienzan a apagarse la luz de los rostros que han dado estructura a nuestra identidad artística.

Los tiempos han cambiado, el arte se comporta de una manera completamente distinta a la que se estilaba en décadas anteriores. La música ya no pasa por el proceso de añejamiento que antes acostumbraba. De igual forma, los creadores y educadores musicales ya no están hechos de la misma madera.

"No hay nada más odioso que un Director de Orquesta. Son egocéntricos, se creen genios, son mentirosos y payasos. Son todo, menos guardianes de la fidelidad musical", decía Miramontes en la última entrevista otorgada para el Colegio de San Luis, haciendo mofa del propio oficio. La velocidad con la que suceden las cosas actualmente es vertiginosa y hace que se antoje imposible volver a contar con figuras y nombres de esta envergadura. Se fue el genio, el personaje duro y  disciplinado. Descanse en paz José Miramontes Zapata.