¿Qué representa una escultura?
Esta semana se desató una gran disusión generada por el retiro de dos esculturas localizadas en el Jardín Tabacalera en el corazón de la Alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México, esculturas que corresponden ni más ni menos que a dos de los íconos de la Revolución Cubana: Fidel Castro Ruz y Ernesto Guevara de la Serna, mejor conocido como “Che”, ambos personajes inmortalizados en bronce sentados en una banca en el referido jardín citadino.
Esta remoción según las diversas publicaciones fue ordenada desde el despacho de la Alcaldesa de apellidos Rojo de la Vega, lo que detonó en una guerra de menciones en redes a favor y en contra de esta medida, además de que los simpatizantes del castrismo en México fueron más allá, pues incluso convocaron a una manifestación pública de repudio a la medida ordenada por una alcaldesa a quien consideran militante de la derecha.
Así, con independencia de este caso en particular, me permito compartirles esta reflexión a propósito de la que considero una necedad humana de pretender inmortalizar personas de carne y hueso, erigiendo a bronce o piedra esculturas que poco o nada dicen de su vida.
Y mire Usted, este fin de semana realicé un experimiento social muy básico, fui a tres distintos puntos de nuestro hermoso San Luis a preguntarle a personas jovenes si conocían cuando menos el nombre de tres caballeros cuyas estatuas de bronce vigilan nuestras calles, y ya ni que decir si los jovenes interrogados sabían algo de su aporte a la vida pública.
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De modo que, entre las juventudes pude constatar que nada o muy poco se sabe sobre la vida y obra de Ponciano Arriaga, Manuel Clouthier y Mariano Jiménez, personajes de distintas épocas, los tres cuyas esculturas forman parte desde hace varias décadas del entorno citadino potosino; por supuesto, no dudo que haya miles que esten bien enterados de la identidad de estos tres varones de bronce, pero cuando menos los jovenes de edades entre 16 y 20 años pocos, muy pocos los conocen.
Entonces, surgen varias reflexiones para tratar de entender que lleva a gobiernos inmortalizar en bronce a una persona, y hay varios datos muy interesantes al respecto, por ejemplo en México la escultura más popular -por señalarlo de alguna manera-, es decir la que más reproducciones tiene sea en bronce, piedra, madera o cualquier otro material, es sin duda la del Benemérito de la Américas, Benito Pablo Juárez García, que incluso tienen varias representaciones en distintas partes del mundo, una de tantas explicaciones de su constante presencia fue el impulso que le dieron los gobiernos post revolucionarios a erigir estatuas que fueran congruentes con las narrativas oficiales, así la de Juárez fue perfecta para la historia contada desde la óptica del otrora partido monolítico, alinear la “historia del pueblo” para admirar “héroes de bronce”, deshumanizados y por tanto sin defectos, casi inmaculados, pues el bronce deidifica, le otorga inmortalidad a la figura, haciendo olvidar sus yerros humanos.
Eso subyace en el fondo, la intención casi perversa de mitificar al personaje, depojándolo de sus defectos que, como humanos bien que tuvieron y muchos, pues nadie que pase por esta vida y menos, por la vida política puede considerarse perfecto. Por eso, en las placas que acompañan a estos bronceados seres humanos, debería colocárseles un listado de virtudes y otro tanto de defectos, pues la historia que se cuenta a través de una escultura muda es sezgada y parcial, pretende ideologizar a partir de la simple admiración al tótem.
Afortunadamente la forma de preservar la memoria colectiva ha cambiado poco a poco en este país y en muchas partes del mundo, pues ahora los antimonumentos nos recuerdan, no sólo las deudas pendientes que tienen los gobiernos con las sociedades, sino tambien que las causas siempre serán más grandes que las personas, por eso, celebro que la banca de la colonia Tabacalera se haya quedado sin Castro y Guevara, pero también celebro que un día se retiró la estatua de Miguel Alemán de Ciudad Universitaria y que en Bagdad cayó la de Sadam Hussein; es lo mismo, en las sociedades no necesitamos más Egos habitando en bronce, nos urgen Seres Humanos que hagan la diferencia, esos invisibles que simplemente hacen cada día lo que les toca hacer.
Los sigo leyendo en este correo:
jorgeandres7826@hotmail.com.
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