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VIAJAR CON SENTIDO: ENTRE LA INCLUSIÓN Y EL NUEVO LUJO

Por Marta Ocaña

Septiembre 13, 2025 03:00 a.m.

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En los últimos años, el turismo ha empezado a dejar de ser sinónimo de desplazamiento masivo para convertirse en un acto mucho más consciente. Ya no basta con marcar un destino en el mapa: el viajero actual busca pertenecer, entender y conectar. Y en esta transformación han surgido dos corrientes que, aunque distintas, empiezan a encontrarse en un mismo horizonte: la inclusión de viajeros BIPOC y la redefinición del turismo de lujo.

BIPOC es la sigla en inglés para referirse a personas negras, indígenas y de color (Black, Indigenous and People of Color). En la industria de viajes, este perfil ha cobrado visibilidad porque plantea preguntas incómodas y necesarias: ¿cómo se representa la diversidad cultural en los destinos?, ¿qué tan seguras se sienten estas comunidades al viajar?, ¿qué narrativas históricas han sido silenciadas o apropiadas?

En Estados Unidos, iniciativas como el Civil Rights Trail recorren sitios emblemáticos de la lucha afroamericana por los derechos civiles. En Canadá, el turismo indígena se ha convertido en un ejemplo de cómo las comunidades pueden liderar experiencias auténticas: desde relatos orales hasta talleres de artesanía o cocina tradicional. En África, grupos especializados organizan viajes de reconexión para la diáspora, donde conocer la historia y la herencia cultural se vuelve parte esencial de la experiencia. Y en México, cada vez más comunidades indígenas y afromexicanas diseñan sus propios proyectos turísticos, desde el corazón de la Sierra Tarahumara hasta la costa veracruzana.

Estas propuestas responden a una demanda creciente: los viajeros BIPOC no buscan únicamente ocio, sino seguridad, representación y autenticidad. Y lo interesante es que este deseo dialoga con otra gran tendencia: el turismo de lujo.

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El nuevo lujo ha dejado de ser exclusivo de palacios hoteleros y suites interminables. Hoy se mide en experiencias irrepetibles, hechas a la medida, donde la exclusividad radica en el acceso a lo único. Puede ser un safari en África con impacto directo en la conservación de la fauna y en las comunidades locales, un amanecer privado en Machu Picchu, o una cena preparada por un chef afrodescendiente en un entorno histórico cargado de simbolismo.

Japón, por ejemplo, ofrece itinerarios durante la temporada del cherry blossom en los que la sofisticación de los hoteles cinco estrellas convive con recorridos guiados por expertos culturales. En Perú, las visitas privadas a la ciudadela inca se combinan con rituales andinos de bienvenida. Y en el Mediterráneo, los cruceros boutique apuestan por limitar el número de pasajeros para privilegiar el confort y la personalización.

La intersección entre inclusión y lujo no es una contradicción: es el futuro. Cada vez más agencias entienden que el viajero BIPOC también aspira al confort, pero sin sacrificar autenticidad. Al contrario: el verdadero lujo está en acceder a historias genuinas,

contadas por quienes las viven, y en saber que la experiencia turística contribuye a fortalecer identidades y comunidades.

Así, el turismo se mueve hacia un nuevo paradigma donde la diversidad cultural no es un añadido, sino el corazón de la experiencia. Donde el lujo no está en el mármol o en la etiqueta, sino en el encuentro honesto con el otro. Viajar, al final, será cada vez más un acto de responsabilidad y de celebración de lo diverso.