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ALAN CASTRO: DEL SKATE AL ARTE CONTEMPORÁNEO

Patinar se convirtió para el artista en una experiencia formativa y en la puerta de entrada a la música, el video y las artes visuales

Por Estrella Govea PULSO

Agosto 18, 2025 03:00 a.m.

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Galeria

Alan Castro encontró en el skate no solo una disciplina, sino un motor creativo que lo condujo hacia el arte. Su trayectoria comenzó a los 12 años, cuando patinar se convirtió en una experiencia formativa y en la puerta de entrada a la música, el video y las artes visuales. “Yo relaciono mucho el skate con el arte. Para mí empezar a patinar fue lo que me abrió la mente”, señala.

Si bien su vínculo con la cultura urbana estuvo presente desde la adolescencia, fue en 2013 cuando comenzó a trabajar formalmente en talleres y clases que definieron su práctica artística. Desde entonces, ha explorado distintas disciplinas sin casarse con una sola técnica. “Me gusta mucho explorar disciplinas, como que nunca me caso con una sola… siempre me gusta explorar nuevas”, comenta, situando actualmente su interés en el arte contemporáneo, aunque sin abandonar elementos tradicionales.

ANATOMÍA DE UNA PATINETA

Su exposición Anatomía de una Patineta se presenta en el Museo de Arte Contemporáneo parte de un gesto de disección: fragmentar la tabla y suspenderla en el espacio como una “explosión congelada”. La referencia a obras de Damián Ortega y al recurso visual del skate —fotografías de trucos en cuadros por segundo— fue determinante. “Patinar es una expresión del cuerpo… para mí siento que es como una danza. Estoy diseccionando esa parte, teniendo ese momento, ese sentimiento de libertad que da cuando haces un truco o cuando vas en el aire”.

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El proceso técnico implicó experimentar con materiales y pruebas previas en casa hasta lograr la instalación final. “Siempre trabajo así: me imagino una pieza, la empiezo a tallerear personalmente, después busco referentes y los uno con mi tema”, explica Castro, quien también recurrió a la colaboración de otros artistas y técnicos para concretar la obra.

EL SKATE COMO SOPORTE E IDENTIDAD

Para el artista, la patineta es un objeto que rebasa la función deportiva. “El skate me salvó de alguna manera, porque aunque estuve de pandillero y con amigos en cosas, siempre tuve conmigo la patineta… fue mi soporte en esos momentos y ahora es mi soporte artístico”.

Esa visión convierte a la tabla en una extensión de su cuerpo y en un archivo de memoria. Cada pieza usada en su obra corresponde a etapas específicas de su vida. “Todas las patinetas que he patinado me han acompañado a lo largo de esta historia… cuando yo las veo para mí son diarios que puedo leer de días, de mis amigos, de momentos malos y buenos”.

Entre ellas destaca una de 2009, marcada por un accidente fuerte que lo mantuvo un año sin patinar. La tabla, además, conecta con una “leyenda urbana” entre patinadores: “Esa fue mi fractura más importante. Coincide con que todas las patinetas que tienen las chapas rojas son de mala suerte y te vas a lastimar… cuando empecé a hacer piezas con mis tablas me di cuenta de esa coincidencia”.

Las demás tablas, alineadas con años específicos, funcionan como un registro personal y artístico: desde su adolescencia hasta su práctica actual, cada una guarda huellas físicas y simbólicas de su trayectoria.

ANALOGÍAS SOCIALES 

Y APROPIACIÓN DEL ESPACIO

Además de la dimensión personal, Castro ha buscado paralelismos entre el skate y otras realidades urbanas. “Empecé haciendo analogía de las personas en situación de calle con las personas que patinan, encontrando factores que los identifican: los dos se apropian de los espacios, los dos descontextualizan el lugar, los dos sufren discriminación”, explica. Esa relación entre entorno urbano, marginalidad y apropiación del espacio ha sido parte de sus investigaciones y proyectos expositivos.

Para él, el skate transforma la manera de mirar la ciudad. “Para nosotros cualquier cosa significa un spot, un lugar donde patinar, y la gente no lo ve. Yo paso todos los días por la ciudad imaginando escenarios de cómo sería patinar en ese lugar”. Esta apropiación del espacio, considera, ha sido clave en el desarrollo del skate en México, en un contexto donde la práctica esta marcada por la falta de infraestructura y la criminalización.

LO QUE EL PÚBLICO PUEDE LLEVARSE

En Anatomía de una Patineta, Alan Castro busca que las y los espectadores reconozcan el potencial artístico en prácticas muchas veces marginadas. “Me gustaría que el público viera el skate no solamente como deporte o como vagancia, sino que entiendan que cualquier disciplina puede desarrollarse artísticamente”.

La fotografía y la realidad aumentada en su propuesta buscan justamente transmitir esa vitalidad. Así, su obra se sitúa entre la exploración estética y la reivindicación de un espacio urbano que, desde la mirada del skate, se convierte en escenario de creación, memoria e identidad.