Diálogo impactado ¿Quién gana? ¿Quién pierde?
Algo sucedió entre la celebración del encuentro entre autoridades estatales y de la UASLP para negociar el adeudo del gobierno del estado y la entrevista banquetera que ofreció el gobernador Ricardo Gallardo Cardona tras un evento en Valles.
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Por la mañana, el rector Alejandro Zermeño Guerra y el secretario General de Gobierno, José Guadalupe Torres Sánchez concluyeron un encuentro que parecía encaminado a resolver
el conflicto.
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Del lado de la administración estatal, asistió también la secretaria de Finanzas, Ariana García Vidal. Con el rector iban el secretario general universitario, Federico Garza Herrera, y la abogada general, Urenda Navarro.
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El encuentro parecía haber tomado buen rumbo, logrando avances y acuerdos. Pero para desazón de Zermeño Guerra y Torres Sánchez, llegaron las noticias registradas al mediodía en Valles, con un mandatario molesto negando cualquier adeudo y mentándole a la UASLP un tema incomodísimo: las millonarias observaciones impuestas por el IFSE ante la negativa universitaria de someterse a una auditoría local.
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Esta columna conoció la versión de que tras la declaración gallardista, se realizó un control de daños conjunto por parte de la UASLP y la SGG, que lanzaron boletines con minutos de diferencia.
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El de la UASLP señalaba explícitamente que el gobierno estatal reconoció un adeudo de 183 millones de pesos, además de comprometerse a pagar el saldo de un adeudo en especie.
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En el de la SGG, no se mencionó un reconocimiento de ninguna deuda, pero sí se habló de “compromisos” para fortalecer el cierre del año de la UASLP.
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Quizá el señalamiento de que se reconoció una deuda, a la que incluso se le puso número, luego de que el mandatario la negara tajantemente, no enfriará las diferencias.
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¿Qué originó el desencuentro? Dos versiones fueron escuchadas por esta columna: la primera, que alguien oficioso, llevó al oído del gobernador, la versión de que la delegación universitaria había ejercido malos modos con los funcionarios estatales, lo que provocó el enojo gallardista.
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La segunda: que un exceso de entusiasmo del lado universitario, adoptó una actitud triunfalista de uno de los integrantes del grupo de representantes, lo que no fue bien visto en el lado gubernamental.
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Cualquiera que sea la explicación, es claro que este proceso sufrió un tropiezo, quién sabe si definitivo. ¿los mayores damnificados? La Universidad y el secretario general, que invirtió tiempo y capital político en un proceso que parece descarrilado. Y de esto, ¿se habrá beneficiado alguien?