División nociva El PRI pobre
El parque de Morales es, quizá, la muestra más palpable cómo los pleitos políticos entre el ayuntamiento capitalino y el gobierno del estado, además del desdén de la administración gallardista hacia la normatividad, pueden afectar las obras realizadas en la capital.
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Anunciada por sorpresa, sin avisar, en apariencia, al gobierno municipal, la Seduvop abrió el terreno en el querido y tradicional parque. En el afán de opacar al gobierno de Enrique Galindo, la administración gallardista rompió las formas no solo políticas, sino también legales.
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Como en el abrupto inicio en el remozamiento de las calles de San Miguelito, en Morales no hubo ninguna acción ni planeación previa, un requisito legal obligado.
Al proceder así, la Seduvop le abrió la puerta a un amparo de la ciudadanía, ignorada en este proyecto, como en San Miguelito.
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Eso paralizó el proyecto y a la fecha, se ha quedado a medias. Para colmo, la sequía vuelve a impactar al parque, que tras un reverdecimiento causado por las lluvias de agosto, vuelve a tener sed.
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Si no hay una corrección del proceder de las autoridades, el de Morales será no sólo un gran fracaso, sino un posible riesgo para la existencia del propio parque.
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Ayer, durante su conferencia diaria, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo presentó una estrategia bautizada como “Balam”, establecida para reducir la incidencia de robo de transporte en carreteras.
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En la presentación surgió un dato que no va a gustar aquí, pues se ubicó a San Luis Potosí entre las doce entidades “con más alta incidencia” en ese delito, situación que en el estado se ha negado vehementemente.
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De acuerdo a la versión federal, del 1 de octubre a la fecha, cuando inició la administración, se ha disminuido la incidencia de ese delito en 8.84 por ciento. Habrá que ver las cifras de noviembre para confirmar si en realidad se dan
esos resultados.
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Pero el hecho es que, para la administración federal, la entidad potosina es foco rojo de
este problema.
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El PRI se queda sin militancia… y sin recursos. Las vacas flacas han sido una constante del tricolor desde hace años, pero la sangría de militantes impacta de dos formas: tiene menos aportaciones de ellos y, como algunos eran empleados del comité estatal que fueron despedidos, generaron laudos cuantiosos que acabaron de desangrar las arcas tricolores.
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Esta es una de las consecuencias, aunque no se quiera admitir, del manejo que la actual dirigencia le ha dado al partido.
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¡HASTA MAÑANA!
