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ESCENARIOS

Por Juan josé rodríguez

Septiembre 11, 2025 03:00 a.m.

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Desde hace algunos días, diversos medios radicados en la Ciudad de México vienen reportando y comentando supuestas o reales desavenencias al interior de la alianza Morena-PVEM-PT. Algunos ven pequeñas fisuras que amenazan agrandarse y otros ven un inminente divorcio de esos tormentosos. Por lo que al terruño se refiere, muchos se preguntan si llegado el caso de la separación eso beneficia o perjudica las expectativas de esos partidos aquí, de cara a las elecciones del 2027.

Difícil saberlo en estos momentos, ya que se trata de una situación dinámica, cambiante. Conviene actualizar: lo último que se ha sabido al respecto lo informó el pasado martes el diario español El País, edición México. En resumen, dice que la alianza no se romperá en la elección federal de diputados -y tampoco en el actual Congreso de la Unión-, pero que es un hecho que en varias de las 17 entidades donde se elegirá gobernador sí irán separados. ¿San Luis Potosí es uno de esos caminos bifurcados? Parece ser que sí. 

La información del mismo Diario añade un dato poco explícito, pero sin duda interesante: que, a través de sus principales dirigentes, el PVEM ha señalado que cierra filas con la presidenta Sheinbaum, pero no con su partido Morena.

 ¿Qué exactamente significa eso?

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Un camino razonable para buscar respuesta a nuestras dudas sobre cómo y qué tanto ese reajuste en la triple alianza puede influir en la dinámica local, sería explorar cuáles son las expectativas y en qué medida se facilita o dificulta cumplirlas en nuevos escenarios.

Es claro que el logro ideal para el PVEM en San Luis Potosí, en su versión gallardista, sería que la senadora Ruth González se convirtiera en candidata a gobernadora con el apoyo del Verde, Morena y PT. Ese objetivo ya no es alcanzable. Por mandato de sus estatutos y convicción política, el partido en el poder ha dejado claro que no postulará ni acompañará candidaturas afectadas de nepotismo. Y no es un posicionamiento heredado, es producto neto de una iniciativa propia de la doctora Sheinbaum. 

El siguiente escenario más favorable para el gallardismo sería que Morena, después de vetar cualquier asomo nepotista, aceptara seguir en la alianza y respaldar un candidato o candidata propuesto por Gallardo, sin ninguna relación de parentesco con el Clan. Esto, sobre la base de que en San Luis Potosí el gallardismo disfrazado de Verde tiene mayor intención de voto que Morena. Eso está siendo cuidadosamente medido por instancias federales, y hasta donde nos ha sido posible saber, no es así. Morena va arriba por cosa de diez puntos.

Además, bien vistas las cosas, el gusto por la mediocridad incondicional de RGC le está significando carecer de cuadros competitivos. De ahí que últimamente se esté impulsando con todo al alcalde Soledense Juan Manuel Navarro, más cómplice que asociado político. No ha crecido ni dos puntos en las intenciones de voto.   

Otro arreglo no desdeñable para Ricardo Gallardo y socios sería que Morena, luego de no respaldar la candidatura de la señora Ruth, como en los buenos tiempos de Mario Delgado postulara un candidato o candidata muy débil; alguien sin peso específico y con poca capacidad para lograrlo en cosa de un año.

Es verdad que en muchos estados de la República Morena tiene tal respaldo popular que puede postular al que vaya pasando por la puerta y con él ganar. San Luis Potosí no es uno de ellos. Desde luego que puede ganar la gubernatura, pero no con cualquiera ni de cualquier manera. La Herencia Maldita del "arreglo" Ricardo Gallardo-Mario Delgado sigue causando estragos, particularmente a Morena.

Si las divinidades mayores de la política mexicana no escuchan los ruegos del gallardismo y deciden que la gubernatura potosina sea para Morena (aún a costa de intercambiársela al Verde por la de otra entidad), no habrá poder humano que evite la caída del Clan Gallardo, con las terribles consecuencias que eso les traería.

Lógicamente, para cualquier prelación en la lista definitiva de candidaturas, mucho pesarán los términos exactos del pacto nacional al que finalmente lleguen Morena, Verde (Verde, no gallardismo) y PT, y del precio político que la presidenta Sheinbaum esté dispuesta a pagar.

En esta misma ruta de las expectativas, imposible ignorar las que traería consigo la eventual postulación de la actual secretaria de Gobernación Rosa Icela Rodríguez. Lo pongo fácil: si doña Rosa Icela es la candidata de Morena a la gubernatura potosina, vendrá a ganar. Sin duda alguna. De una u otra manera, como sea.

La posibilidad más pequeña de una derrota le estaría negada, por la sencilla razón de que el fracaso no sería suyo sino de la presidenta de la República. Imagínese usted a la Presidenta desprendiéndose de su jefa del gabinete para mandarla a perder en un estado de media tabla como el nuestro. Más que críticas severas habría burlas aniquilantes.

¿Es factible la candidatura de Rosa Icela? No lo sé. Legal y políticamente no tiene impedimento, pero su viabilidad estaría condicionada a las jugadas en el ajedrez presidencial. No se manda sola, dicen en el barrio.

Lo que si es cierto es que desde principios del año ha habido una serie de decisiones políticas de la federación, como el relevo generalizado de los delegados federales sin pedir siquiera opinión del gobernador Gallardo, que de entrada parecieran encaminadas a pavimentarle el camino a la titular de Gobernación, pero hay que tener cuidado con esa interpretación, ya que exactamente para lo mismo le servirían a la dirigente morenista Rita Ozalia.

Las candidaturas guindas previas de este nivel, Sergio Serrano en 2015 y Mónica Rangel en 2021, fueron del Partido. La de Rosa Icela o de Rita Ozalia serían de la presidenta de la República. El nombramiento a favor de una y el abrazo público y fraternal a la otra, así lo confirman. En otros tiempos, ese apoyo era definitorio. No sé ahora.

Otro día entraremos en los áridos terrenos de la oposición, maltrechamente formada por PAN-PRI-MC. Si juegan cada uno por su lado, se van al precipicio..

ASÍ LO QUISIERON

Hace dos o tres meses, un amigo que observa atento el acontecer de nuestra vida pública me preguntó qué informe está por rendir el gobernador Ricardo Gallardo Cardona. El cuarto, le conteste. Pues parece el quinto, me dijo. Y tiene razón. Lo parece porque los movimientos políticos previos a la sucesión gubernamental que están en pleno desarrollo eran característicos del penúltimo informe y sus vísperas.

¿Por qué se han anticipado tanto los juegos y rejuegos políticos?

Estoy convencido de que las cosas se precipitaron porque así lo quiso el propio gobernador Gallardo Cardona y todo arrancó a principios del año pasado. Primero, cuando el PVEM anunció que su candidata al Senado en primera fórmula sería la esposa de Gallardo, Ruth Miriam González Silva. Eso le ofrecía dos posibilidades para alcanzar el escaño: por mayoría o por primera minoría. 

Poco después, en los primeros días de febrero, el Verde anunció que su lista nacional de candidatos al senado vía representación proporcional (plurinominal) sería encabezada también por doña Ruth. El mensaje fue muy claro: la esposa del mandatario potosino sería senadora a como diera lugar; de un modo u otro. Lo tenía garantizado.

Como era de esperarse, de inmediato todo mundo entendió que ese afán tenía un objetivo de más fondo y muy claro: convertirla en candidata a gobernadora para suceder a su marido. Lo entendieron por igual simpatizantes que opositores. Y así se precipitaron las cosas.

Lo que nadie sabía en aquellos momentos es que un año después, en su primera iniciativa de reformas constitucionales propiamente suya, la nueva Presidenta iba a eliminar el nepotismo. Y aunque luego hubo de tranzar con sus aliados verdes para que la modificación entrara en vigor hasta 2030 y no en 2027, todo proyecto nepotista en el ambiente comenzó a oler mal.

El que esa circunstancia tenga ahora en la encrucijada la precandidatura de la senadora, con su viabilidad cada vez más en entredicho, era imprevisible. Lo que sí se pudo prever y poner en práctica fue el canónico Plan B. Es decir, tener una alternativa por aquello de que el A fallara, lo mismo por adversidades políticas que por un accidente o un infarto.

Ahora, año y medio después de infatigable, extensa y muy costosa campaña de promoción personalísima de doña Ruth, existe el riesgo real de que todo ese gasto y esfuerzo sirva de muy poco si hay que optar por otro candidato(a). ¿Quién?

COMPRIMIDOS

De repente se le amontonaron los cobradores al gobierno del Estado, con un talante cada vez más rasposo. Luego de que la Universidad advirtió que corre el riesgo de cerrar sus puertas si para noviembre el gobierno no le paga por lo menos los casi 200 millones de pesos que le debe de su presupuesto comprometido para este año, apareció en medios el director de Pensiones para advertir que el presupuesto general de egresos debe contemplar para 2026 un mínimo de 5 mil 500 millones para cubrir el adeudo del Ejecutivo con esa dependencia. Acto seguido, vino el líder nacional del SNTE a dar la cara por sus agremiados potosinos y reclamar el pago de una serie de aumentos y prestaciones incumplidas desde principios de año. "Y no es algo negociable, no tenemos por qué ir a una mesa de negociaciones", dijo.

No termina ahí la cosa. En las mismas fechas el Ceepac (que tiembla cuando tiene que alzar la voz, aunque sea tantito), no tuvo más remedio que hacer público que la administración gallardista le adeuda 21 millones de pesos de las pasadas elecciones del Poder Judicial. De ser suyo ese dinero, seguro se quedan calladitos, pero el verdadero acreedor es el INE. Por si fuera poco, a principios de semana empleados y jubilados del Poder Judicial del Estado se volvieron a manifestar porque no les han querido aplicar sus aumentos de principio de año, en sueldo y prestaciones.

Y dentro de este mismo delicado y borrascoso asunto, dos notas sobresalientes: Primera, lenta pero inexorablemente la UASLP comenzó a abandonar su actitud mesurada, prudente y hasta abnegada, y si no estoy equivocado pronto tomará nuevas medidas para expresar su inconformidad con el trato financiero del gallardismo. Segunda, el orden de prioridades y profesionalismo de este gobierno queda fuera de cualquier duda: con la casa incendiándose por falta de dinero, la encargada de administrar las finanzas estatales, conseguir créditos u ordenar transferencias, se fue a pasear a Japón, donde, ustedes me van a perdonar, no tenía absolutamente nada qué hacer: nada había en la agenda del viaje que la involucrara. ¿Los entiende usted?

Hasta el próximo jueves