logo pulso
PSL Logo

Cinco emociones para llegar a Japón

Explora Japón a través de las emociones y vivencias en destinos únicos

Por Martha Ocaña

Julio 12, 2025 08:54 p.m.

A

Bienvenidos a Pasaje Interior, esta nueva columna donde los viajes no se miden en kilómetros, sino en lo que dejan dentro.

Aquí no vamos a hablar de pasajes, fechas ni listas de "imperdibles". Vamos a recorrer el mundo a través de lo que nos hace sentir. Porque a veces, el viaje empieza mucho antes de salir. Y a veces —como pasa con Japón— empieza al escuchar cómo lo vivieron otros.

Este es un recorrido emocional por cinco destinos japoneses, contados por quienes los pisaron con ojos abiertos y corazón disponible.

Asombro – Tokio

¡Sigue nuestro canal de WhatsApp para más noticias! Únete aquí

"Era como vivir en un sueño diseñado por ingenieros y poetas."

Así me describió Tokio una amiga que volvió hipnotizada. Me habló de Shinjuku como un tablero de luces, de trenes que parecían flotar, de un restaurante en el piso 52 donde se oía un cuenco tibetano.  Pero también me contó de un altar escondido detrás de una tienda de electrónicos. Del momento en que se detuvo bajo un cerezo en plena ciudad y el ruido se desvaneció.

Tokio, para muchos, es el primer impacto. Y el primero en quedarse grabado. Y cuando ese vértigo empieza a calmar, aparece otro ritmo. Uno que pide pausa.

Contemplación – Kanazawa

"Es la única ciudad donde sentí que podía pensar en silencio", me dijo otro viajero, con los ojos todavía bajos.

Kanazawa no aparece en todos los itinerarios, pero quienes van regresan distintos. En el jardín Kenroku-en, cada árbol parece haber sido elegido por el tiempo. En el museo circular de arte contemporáneo, la arquitectura obliga a caminar sin rumbo. Ahí la contemplación no es una actitud. Es la única forma posible de estar.

Y cuando uno ya está acostumbrado al silencio, el alma se vuelve permeable.

Nostalgia – Kyoto

Kyoto parece diseñada para doler un poco. "No sé por qué lloré en un templo vacío, pero sentí que era una despedida", fueron las palabras de Mariana apenas volvió.

Hay nostalgia -me dijo- en sus callejones, en la madera antigua, en los templos donde suena una campana y el eco se queda a vivir. Kyoto no te muestra nada nuevo. Te recuerda algo que no sabías que habías olvidado.

Y cuando el corazón ya está tocado, es momento de preguntarse qué más puede vibrar.

Curiosidad – Naoshima

"Me pasé todo el viaje preguntándome si estaba dentro de un museo, una isla o un sueño."

Eso me dijo Julieta, arquitecta, al contarme su paso por Naoshima.

Todo en esa isla parece respuesta a una pregunta que aún no hiciste. Las calabazas gigantes. Los pasillos bajo tierra. Las casas reconvertidas.  Naoshima no explica. Sugiere. Y uno quiere seguir descubriendo. Incluso al irse.

Pero tanta pregunta despierta un deseo más simple: volver al cuerpo. Comer. Reír. Vivir.

Alegría – Osaka

"Osaka me dio ganas de brindar con desconocidos."

Así resumen otros su experiencia en la ciudad más vital de todas. Me hablaron de mercados donde se come parado, de carcajadas en los callejones, de carteles que no dejan descansar la vista ni un segundo.

Me dejaron la percepción de que Osaka no es sofisticada. Es sincera. Y por eso alegra. Porque te deja ser. Y eso, a veces, es lo más valioso de un viaje.

A mi me gusta pensar que los destinos no solo se eligen por curiosidad o por moda. A veces los elegimos por la emoción que prometen. O por la que estamos listos para sentir. Yo todavía no estuve en Japón. Pero escucharlo contado así me confirma que hay muchas formas de llegar. Una de ellas es dejarse conmover por quienes ya volvieron. Otra, es atreverse a dar el primer paso.

En la próxima entrega de "Pasaje Interior", viajamos a otro país donde el tiempo parece tener un color muy especial. Pero esa es otra emoción.

A veces los viajes empiezan con una conversación. Si quieres compartir la tuya, te leo en martosa898@hotmail.com o en @ocana9646."