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Indigenismos

Por Alexandro Roque

Septiembre 07, 2025 03:00 a.m.

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En su identidad institucional (logo o emblema), la Suprema Corte de Justicia de la Nación, además los ya existentes águila, balanza, rama de olivo, hoja de laurel, pergamino y espada, incorporó un bastón de mando, que “representa el reconocimiento y honor que entrega el pueblo a su representante, quien recibe el noble don de servir y hacer justicia”. 

Para “entrar en su papel”, los nuevos ministros y las mismas ministras recibieron en el Zócalo el polémico “bastón de mando” y una “ceremonia tradicional de purificación” con médicas de los pueblos mazateco, otomí, mixteco, zapoteca, mazahua y wixárika. Para la primer foto oficial, el nuevo titular del Poder Judicial, Hugo Aguilar Ortiz, añadió coloridos motivos tradicionales oaxaqueños a su toga, mientras los otros(as) ministros(as) lucieron solo la toga negra. Los comentarios han ido del racismo a la defensa de un “nuevo” estilo (que aún está por verse).

Dice el boletín oficial: “las ministras y los ministros […] recibieron, con honor y compromiso, los bastones de mando entregados por mujeres y hombres representantes de 70 pueblos indígenas y afromexicano. Este acto histórico simboliza la voluntad de servir al pueblo de México, guiados por los principios de inclusión, cercanía y atención a los grupos en situación de vulnerabilidad, como primer paso hacia la construcción de una justicia social y humana”.

Mucho se ha hablado y queda por hablar de la “autenticidad” y de la “legitimidad” de una ceremonia así, sobre todo cuando tenemos una larga tradición de tlatoanis y besamanos. Hay quienes creen que el bastón de mando (de madera, con algunos adornos) es como el cetro de los monarcas europeos, o sea una imitación, pero hay registros de su uso en comunidades, si no prehispánicas, sí originarias. El bastón de mando ha sido un símbolo de representación a quien asume un cargo, sea de mayordomía o juez. 

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Recuerdo que cuando fui niño (allá por 1978) vi con asombro cuando se le entregó al candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), José López Portillo. Antes ya Luis Echeverría Álvarez lo había recibido, también como candidato. Igual Adolfo López Mateos.

El indigenismo se ha transformado a lo largo del siglo pasado y lo que va de este. En la página web Nación Multicultural (de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM), leemos que ha ido de “la política aplicada hacia la población indígena por los no indios”, definición acuñada por el antropólogo Gonzalo Aguirre Beltrán, a “una arena o campo que organiza la interacción entre el Estado y los pueblos indígenas”, según Arturo Warman. Hay en él expresiones culturales y artísticas “íntimamente ligadas al ejercicio del poder”, inscritas “de manera coherente en el proceso de formación del Estado mexicano de la época posrevolucionaria (Zolla Márquez, 2004)”.

En San Luis Potosí, la Constitución, reformada el 11 de junio de 2003, “reconoce su composición pluricultural, así como el derecho a preservar la forma de vida de sus pueblos indígenas”. Según Nación Multicultural, la ley potosina promueve “el respeto y desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos, medicina tradicional y modos específicos de organización comunitaria”, garantiza “el efectivo acceso a la jurisdicción del Estado” mediante defensores y traductores de su lengua, e integración de “consejos Indígenas para cada etnia, como coadyuvantes y auxiliares de la acción del Estado”.

Al margen de cómo llegó (palo dado, que no el bastón, ni Dios lo quita), la nueva SCJN resignifica el ya politizado ritual argumentando que “la justicia será más cercana, más humana y más incluyente: una justicia que dé voz a quienes han sido ignorados, amparo a quienes han sido vulnerados y certeza de que ningún abuso quedará sin respuesta; una justicia que no discrimine, que no se retrase, que no se venda, y que devuelva paz a las familias y confianza a la Nación”. ¿Quién otorga el mando o reconoce el mando? ¿En nombre de quién, de cuántos? En SLP varias veces ha tenido que rehacerse la consulta a la población indígena “para la elección de la persona titular de la Unidad de Atención a Pueblos y Comunidades Indígenas del Ayuntamiento capitalino” por hacerse a la ligera, sin tomar en cuenta a varios grupos.

Todo está por verse. Ya hemos visto un caso del plagio de tesis y otro de desconocimiento de los procedimientos y las leyes. En sus redes, la Suprema Corte de Justicia de la Nación publicó que “La #NuevaSCJN hace historia: Por primera vez, el 19% de las Direcciones Generales estarán lideradas por mujeres indígenas y afromexicanas, quienes tomarán decisiones clave en el Máximo Tribunal del país”. 

http://alexandroroque.blogspot.com

Correo: debajodelagua@gmail.com