Mirador
El cuadro es pequeñito. Representa una casa campesina a cuyo lado se mira un papalote, que así se llama por acá lo que en Yucatán se conoce como “veleta”, aparato cuyas aspas giran con el viento y que sirve para sacar el agua de una noria o pozo.
Compré esa pintura al óleo en la pulga llamada de la Florida, en Monterrey, porque me recordó el papalote del rancho “El Refugio”, donde pasaba con mis hermanos y mis primos las vacaciones infantiles. Cuando nadie nos veía consumábamos la audaz hazaña de trepar por la estructura de madera hasta llegar a lo alto. Las aspas eran más grandes que nosotros, y casi de igual tamaño las letras con la marca del artilugio: Samson.
Ahora tengo un papalote en la labor que nombran el Temporalito, del Potrero. Escucho el ruido que hace con sus giros y otra vez vuelvo a ser aquel niño aventurero. Contra el recuerdo nada puede el tiempo. Me estoy poniendo sentimental, lo sé. Ojalá el mismo viento que mueve al papalote se lleve mis palabras.
¡Hasta mañana!...
¡Sigue nuestro canal de WhatsApp para más noticias! Únete aquí
no te pierdas estas noticias