Reverdecer la Constitución
“En memoria de todos aquellos a quienes les arrebataron la vida por defender a la madre tierra”
El evento Ciudad Árbol 2024 demostró que sí se puede hacer política ecológica con base en el respeto a los derechos humanos. Que sí hay autoridades dispuestas a escuchar, abrir espacio al diálogo, invitar a las organizaciones críticas y permitir que la ciudadanía se exprese y proponga. En ese sentido, reconocemos la apertura del Ayuntamiento capitalino y del equipo organizador por apostar a una visión distinta: una donde la protección del medio ambiente no se concibe como obstáculo al desarrollo, sino como su base más sólida.
Vivimos tiempos en los que la crisis climática ya no es una predicción alarmante, sino una realidad tangible que amenaza nuestras ciudades, nuestros cuerpos y nuestros derechos. La urbanización descontrolada, la tala injustificada de árboles, la cementificación de parques y camellones, y la indiferencia institucional ante la emergencia ecológica han erosionado el equilibrio ambiental que deberían garantizar los gobiernos. Sin embargo, de vez en cuando, suceden cosas que abren grietas en esa inercia destructiva y permiten que entre un poco de aire fresco.
La participación de organizaciones como Cambio de Ruta A.C., a la cual represento, fue posible gracias a una invitación expresa del Ayuntamiento de San Luis Capital. Desde luego, aceptamos con gusto, no solo como un gesto simbólico, sino como una muestra clara de que sí es posible construir políticas públicas con base en el Acuerdo de Escazú, tratado internacional que México ha ratificado y que garantiza el derecho a participar en las decisiones que afectan nuestro entorno.
¡Sigue nuestro canal de WhatsApp para más noticias! Únete aquí
Durante el evento, además de escuchar valiosas ponencias de expertos, también participamos en una mesa de trabajo donde se propuso un proyecto ambicioso: la creación de una Ley General del Arbolado Urbano, que unifique criterios técnicos, jurídicos y sociales para proteger el patrimonio verde en todo el país. Esta propuesta parte de la necesidad urgente de generar una verdadera armonización normativa ambiental a nivel federal, ante un panorama actual plagado de disposiciones contradictorias, fragmentadas y deformadas por una técnica legislativa pobre, donde se confunde la densidad regulatoria con la eficacia ambiental.
En esa misma línea, propuse la idea de “Reverdecer la Constitución”, es decir, incorporar de manera transversal el enfoque ecológico en la interpretación de los derechos humanos establecidos en el artículo 4º (derecho al medio ambiente sano, la dignidad humana y el buen vivir), en el artículo 27 (uso sustentable y sostenible del territorio), en el artículo 134 (uso de recursos públicos con responsabilidad ambiental), entre otros. Porque el cuidado del patrimonio verde no puede quedar como una política anecdótica, sino que debe asumirse como un derecho humano exigible y una obligación institucional ineludible.
La naturaleza del medio ambiente es multidisciplinaria y concurrente: no conoce fronteras geográficas ni administrativas, y sus afectaciones —como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la desertificación urbana— traspasan competencias tradicionales. Por eso, señalé también la importancia de construir una hoja de ruta nacional, que parta de los principios del Acuerdo de Escazú (información, participación y justicia ambiental), con acciones concretas, indicadores medibles y una gobernanza ambiental real y efectiva, donde las decisiones no se impongan de arriba hacia abajo, sino que emerjan del consenso social informado.
Cuidar el medio ambiente no está reñido con el desarrollo, siempre que hablemos de un desarrollo verdaderamente sostenible, que ponga en el centro la justicia ambiental como condición de la justicia social. Como bien lo señala la Corte Interamericana de Derechos Humanos en su Opinión Consultiva 32/23: no puede haber justicia social sin justicia ambiental, y los Estados tienen el deber de adoptar medidas legislativas, presupuestales y administrativas para hacer frente a la emergencia climática en la que ya estamos inmersos.
Lo que está en juego no es solo la estética de nuestras calles, ni la sombra que agradecemos bajo un sol que arde cada vez más. Lo que está en juego es el modelo de ciudad que queremos construir: una ciudad de concreto y autos, o una ciudad viva, resiliente, democrática, capaz de escuchar a sus árboles y a su gente.
Delírium trémens.- El 17 de julio, Día del Defensor del Medio Ambiente, es más que una efeméride: es una llamada urgente a la memoria, a la justicia y a la acción. Cada ecoactivista asesinado representa una herida profunda en nuestro tejido social y democrático. Defender la tierra no debería costar la vida. Desde cada trinchera ciudadana, exigimos justicia para quienes lo dieron todo por los árboles, los ríos, las montañas, el aire limpio. Sus nombres no deben borrarse, sus causas deben seguir vivas.
@luisglozano