Catalina sigue tradición de la venta de globos
Heredó de sus padres el giro de globera y a la vez, sus hijos continúan

Con más de cuatro décadas dedicadas al comercio ambulante, Catalina Hernández Hernández señala que, pese a las adversidades que ha enfrentado, ha resistido y seguido con la tradición familiar de la venta de globos en las plazas principales de la ciudad.
Originaria de San Luis Potosí, Catalina es parte de una familia que por generaciones se ha dedicado a este oficio. “Mis padres fueron globeros, mis abuelos también, y ahora mis hijos estudian, pero siguen la tradición”.
Relató que desde los 11 años comenzó a ayudar a su madre en la venta de globos, y hoy, a sus 56 años, continúa trabajando diariamente para llevar el sustento a casa.
Durante la actual temporada de graduaciones, Catalina y otros comerciantes se han desplazado a distintos puntos de la ciudad, como el Teatro Doroteo Arango en Soledad de Graciano Sánchez, donde ha buscado aumentar sus ventas, ya que el consumo en las plazas ha disminuido. “La gente está gastada por las graduaciones, inscripciones y otros compromisos escolares, por eso nos movemos a donde haya eventos”, explicó.
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A lo largo de los años, el tipo de productos que ofrece ha cambiado. Rememoró cómo en su niñez vendían juguetes artesanales como lagartijas y ratones de esponja, así como globos rellenos con grageas o decorados con papel de china. Sin embargo, los gustos del público han evolucionado: “Ahora los niños ya no piden globos, piden un celular o un videojuego”.
Además del cambio generacional, el gremio se ha enfrentado a campañas negativas en redes sociales que acusan a los globos de ser altamente contaminantes. Esto obligó a los comerciantes a adaptarse al uso de globos biodegradables, los cuales, aunque más costosos y de menor duración, les permiten seguir operando dentro de la normativa ambiental.
“El globo antes duraba hasta un mes inflado. Ahora, con el material biodegradable, apenas y dura 8 ó 10 días”, lamentó. A esto se suma el aumento en el costo del helio, especialmente desde la pandemia, lo que encarece aún más el producto. En temporada alta, como en las graduaciones, los globos se venden hasta en100 pesos, mientras que en las plazas el precio ronda los 80 pesos.
Pese a las dificultades, Catalina y otros vendedores, insisten en preservar el oficio. “Existe un decreto presidencial que reconoce a los globeros como parte de un giro tradicional, y eso nos permite seguir trabajando en plazas públicas”, comentó.
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