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Especial | Rompiendo la barrera del silencio

Mariana Cabrero venció la adversidad y los prejuicios hasta lograr su lugar en la UASLP

Por Ana Paula Vázquez

Julio 21, 2025 03:00 a.m.

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Foto: Pulso

Foto: Pulso

En un aula de la Facultad del Hábitat, en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, los estudiantes dibujan en silencio. Al frente, Mariana Cabrero camina entre las mesas con paso firme y mirada atenta. No alza la voz, pero cada uno de sus gestos enseña. Sus manos hablan, y los ojos de sus alumnos siguen cada movimiento. Mariana no solo imparte clases de arquitectura: transforma la manera en que se entiende la educación, la discapacidad y la inclusión.

Arquitecta, docente, mujer sorda. Desde agosto de 2023, Mariana forma parte del cuerpo académico de su alma máter, donde no solo comparte conocimientos técnicos, sino que derriba, con cada clase, las barreras que otros aún no se atreven a mirar.

"Nunca imaginé que pudiera dar clases en la universidad", dice con una sonrisa. "Pero cuando me propusieron el reto, me sentí muy contenta. Un gran reto: enseñarle a personas oyentes".

Aprender a abrir puertas

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Nacida el 16 de junio de 1980 en San Luis Potosí, Mariana creció sabiendo que su camino estaría lleno de obstáculos, no por su discapacidad, sino por la falta de conciencia de quienes la rodeaban. "Desde pequeña entendí que me esperaban complicaciones, discriminación, barreras e ignorancia", recuerda.

Aún así, avanzó. Se tituló como arquitecta en la Facultad del Hábitat de la UASLP, donde también realizó una maestría. Pero cuando buscó su lugar en el campo profesional, los silencios no estaban en su lengua, sino en las respuestas: no la llamaban. "Me di cuenta de que no me consideraban por ser sorda. Pensaban que no podría trabajar".

Su oportunidad llegó en una empresa de muebles. Allí demostró que podía leer fichas técnicas, asesorar a clientes y resolver dudas. "Mi jefe entendió que tenía habilidades, que podía desarrollarme en cualquier trabajo". Esa primera experiencia confirmó lo que ella ya sabía: sí puede y sí podemos.

Enseñar desde la diferencia

El salto a la docencia fue tan natural como desafiante. "Cuando fui estudiante, ningún maestro tenía formación en inclusión. Yo les tuve que enseñar a comunicarse conmigo", cuenta. Ahora, como docente, Mariana cultiva algo más profundo que el conocimiento: un cambio cultural.

"Al principio, los alumnos estaban nerviosos. No sabían cómo hablar conmigo. Pero poco a poco se dieron cuenta de que no era tan difícil", relata. Mariana utiliza una aplicación que transcribe en tiempo real lo que las personas dicen. A veces escribe en el pizarrón, a veces señala, a veces dibuja. Siempre logra hacerse entender.

Pero no todas las personas sordas pueden hacer lo mismo. "Muchas no saben leer ni escribir en español. Para ellas, la falta de intérpretes es una barrera insalvable. Y en San Luis Potosí casi no hay intérpretes", advierte. La exclusión, más que una cuestión de lenguaje, es una cuestión de estructuras.

"Es muy importante que los espacios educativos hagan ajustes, que sean accesibles. Ojalá que en el futuro todo sea más fácil para quienes vengan", expresó.

Arquitectura sin barreras

Para Mariana, la arquitectura también tiene deudas con la discapacidad auditiva. "¿Qué pasa cuando suena una alarma y no hay una señal visual? Las personas sordas no pueden reaccionar. Es peligroso. Las universidades, empresas, espacios públicos... todavía no piensan en eso".

Su activismo no termina en el aula. Mariana es subdirectora del Instituto Bilingüe Intercultural de y para Personas Sordas, una asociación civil con 17 años de trayectoria en la enseñanza de lengua de señas y formación de intérpretes. También da talleres de regularización a niñas, niños y jóvenes sordos, fomentando su participación activa. "Si no participamos, nos borran".

En sus clases universitarias, además de hablar de arquitectura, impulsa una mirada crítica sobre accesibilidad y cultura sorda. "Nada de nosotros sin nosotros", repite, destacando la importancia de incluir a las personas con discapacidad en los procesos que las afectan.

"La cultura de la inclusión aún no es una realidad en nuestro estado. Falta mucho por hacer", añadió. 

Un aula sin límites

A quienes sueñan con estudiar, enseñar o ejercer cualquier profesión siendo personas sordas, Mariana les deja un mensaje claro: "No tengan miedo. Nosotros somos capaces. Es importante esforzarse, investigar, crecer. Con voluntad, se pueden lograr muchas cosas".

La historia de Mariana Cabrero no se trata solo de superación. Se trata de transformación. De mostrar que la discapacidad no está en el cuerpo, sino en la falta de ajustes razonables. Que enseñar no requiere voz, sino voluntad. Que el silencio también puede ser una trinchera, una forma de lucha y un camino hacia una sociedad más justa.

Mariana no solo traza planos arquitectónicos: traza caminos. Y en cada estudiante que forma, florece la posibilidad de una universidad, una sociedad, un estado— verdaderamente inclusivos.