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Huachicol fiscal: ¿AMLO lo sabía y la Marina lo permitía?

Por Maite Azuela

Septiembre 11, 2025 03:00 a.m.

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“No me vengan con que el Presidente no sabía, no se enteraba o lo engañaban. Eso es falso. El Presidente de México está informado de todo lo que sucede. Y las transas grandes llevan siempre su visto bueno; aunque no firme, él autoriza, tolera y permite”.

Las palabras no son mías, estimada lectora, estimado lector. Son de Andrés Manuel López Obrador. El mismo que convirtió a las fuerzas armadas en omnipresentes administradores del país: carreteras, aeropuertos, trenes, bancos… y aduanas. Sí, esas aduanas donde, según la Auditoría Superior de la Federación, entre 2021 y 2023 se detectaron irregularidades millonarias en la recaudación, omisiones en controles y pérdidas de combustible robado. El Ejército y la Marina, lejos de sanearlas, las convirtieron en un botín con uniforme.

La presidenta Sheinbaum, acompañada de su escudero Harfuch, arrancó 2025 preparando el terreno para el golpe mediático que hoy vemos. El caso explotó desde marzo, cuando se decomisaron más de 10 millones de litros de diésel en el puerto de Tampico. Aquello no fue un golpe aislado, sino el hilo suelto de un bordado criminal que llevaba al menos una década operando. El boquete a las finanzas públicas es de más de 9 mil millones de dólares anuales. Una sangría de Estado consentida, tolerada y, por lo visto, organizada desde dentro.

En palabras de la propia Sheinbaum: “Como bien dijo el fiscal de la República, Ojeda denunció hace dos años; ahora, cuando llega este tanque cargado de diésel, da mejores pruebas para hacer las detenciones”. Traducido al castellano ciudadano: alguien denunció, nadie hizo nada, y ahora que la evidencia se volvió grotescamente visible, se apresuraron a actuar.

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Un informe de 2022 reveló que en las aduanas bajo control militar se omitieron reportes de al menos 80 buques con carga irregular, algunos de ellos vinculados a empresas fantasma en Veracruz y Campeche. Mientras se hablaba de “seguridad nacional”, la seguridad real era la del negocio.

La contradicción es inevitable. Si, como afirmó Sheinbaum, Ojeda denunció hace dos años y nadie actuó, ¿qué se espera de un país donde el titular de la Marina denuncia y el Presidente y el fiscal callan? ¿Cómo se llama ese silencio? ¿Ceguera institucional, negligencia o complicidad?

En este nuevo capítulo, Sheinbaum parece apostar a un golpe de efecto: limpiar el rostro del Estado con números récord de decomisos. Pero si las investigaciones no alcanzan a la cadena de mando que permitió que 80 buques descargaran combustible ilegal en puertos “militarizados”, entonces el mensaje es otro: no importa cuánto se robe, lo importante es a quién se protege.

México no necesita más discursos incendiarios ni presidentes que juren saberlo todo. Necesita instituciones capaces de romper la lógica del encubrimiento. Y aquí vale recordar la ironía: López Obrador fue quien dijo que el Presidente siempre está enterado. Hoy sus palabras lo persiguen. Porque si sabía y no hizo nada, mintió. Y si no sabía, mintió también.

Al final, el combustible más caro no es el diésel robado. Es la credibilidad que se quema cada vez que un presidente convierte la corrupción en un secreto a voces con uniforme, botas y hasta armas.

@MaiteAzuela